El empoderamiento de las mujeres, entendido como la capacidad del género femenino para incrementar su autoconfianza, poder y autoridad, de manera que puedan decidir en todos los aspectos que afectan a su vida, se convierte en la necesidad urgente del momento, manifestó la Comisión Estatal de Salud Mental y Adicciones.
Por esta razón, acudir a atención psicológica es un buen inicio para comprender mejor las vivencias de las mujeres, comprobar que hay quienes tienen historias parecidas, aprender sobre la importancia que tiene cuidarse y descubrir o elaborar sus propios recursos, para afrontar los conflictos.
En el marco del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, la coordinación de salud de la citada comisión refirió que en la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado de Colima, se cuida la salud mental con personal de psicología, a través de las UNEME-CAPA que se ubican en los municipios de Colima, Manzanillo y Tecomán, así como en los centros de salud de Colima, La Virgencita y Gustavo Vázquez Montes (Colima), Solidaridad (Villa de Álvarez), Suchitlán (Comala), Coquimatlán, Tecomán y Armería.
Explicó que, en términos generales, las mujeres son más vulnerables a que su salud mental resulte afectada por ciertos factores sociales, aunque también es posible que los hombres reporten este tipo de problemas por su dificultad para buscar ayuda.
En este sentido, indicó que las mujeres con problemas de salud mental sufren el riesgo de rechazo, aislamiento y exclusión social, además de violencia, ya que el 42% de ellas con enfermedad mental grave que están viviendo violencia en la pareja no la identifican como tal y el 80% que han estado en pareja han sufrido violencia.
Precisó que la depresión, ya sea como sintomatología o trastorno mental, prevalece más en mujeres adultas y adolescentes y ocupa el cuarto lugar entre las cinco principales causas de años de vida perdidos en salud, en las mujeres mexicanas.
Sin embargo, puntualizó que, según estudios e investigaciones, se sabe que entre las mujeres se observa una mayor prevalencia de depresión, ansiedad, somatizaciones y trastornos del comportamiento alimentario que está condicionado por los factores psicosociales de género, además de observarse un aumento del número de mujeres que padecen estrés.