Infinito, el futuro de la ciencia: Gabriela González, física

*Ella forma parte del proyecto LIGO, que busca detectar ondas gravitacionales y del que dos de sus impulsores ganaron el Nobel de Física en 2017.

“El futuro de la física es infinito y la ciencia necesita de muchos jóvenes y de investigadores para seguir descubriendo sus posibilidades”, comentó la doctora en física Gabriela González, investigadora de la Universidad Estatal de Louisiana, Estados Unidos, quien lideró y fue vocera hasta el 2017 del proyecto que detectó por primera vez las ondas gravitacionales (LIGO), durante su conversacion en “Haciendo ciencia”, un programa de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima.

Gabriela González, es originaria de Córdoba, Argentina, donde estudió desde la primaria hasta la licenciatura. De su infancia recuerda calles de tierra, a pequeños jugando futbol y niñas saltando la cuerda; sus padres, dice, siempre se preocuparon por sus estudios. No importaba la ubicación de la escuela, sino la calidad de la enseñanza; “a ellos les debo mi carrera”. Y aunque le costaba trabajo memorizar ciertos conceptos, según compartió, no olvida que desde pequeña le gustaba leer, de hecho, cuenta que si sus padres la querían castigar, le prohibían leer. Además, desde entonces encontró el gusto por las matemáticas.

La preocupación de sus padres y su gusto por los números la llevaron a estudiar la secundaria en una escuela técnica especializada, que se ubicaba del otro lado de la ciudad; “esa escuela me encantó y era muy curiosa. Aprendí mucho de física y matemáticas; me encantaba que todo tenía explicaciones y todas ellas estaban en los libros. Me parecía entonces que la física es lo que explicaba todo”.

Fue entonces que decidió estudiar Física en la Universidad Nacional de Córdoba en una época especial, “inicie en el 83, en el primer año de democracia, después de una larga dictadura. Me involucré entonces en los consejos estudiantiles de la Universidad y de la Facultad. Mi paso por ahí fue una educación más que académica. Además, entendí que no todas las explicaciones estaban en los libros, como creía, que los maestros también hacen investigación, que buscaban respuestas y hacían preguntas que no estaban hechas”.

Así inicia su camino por la física teórica y su gusto por la Teoría de la Relatividad de Einstein. Se une entonces a un grupo que trabajaba con esta teoría y elabora su tesis de licenciatura Cosmología solitónica, “que consistía en resolver ecuaciones de Einstein de forma exacta con algo que describía las perturbaciones que viajaban en el tiempo. En ese grupo conocí al astrónomo Jorge Pullin, que trabajaba el tema de la relatividad y con el que hoy llevamos 30 de casados. Nos gusta decir que esta teoría nos unió”.

Después, al lado de su esposo, decidió estudiar un doctorado en Estados Unidos, en la Universidad de Siracusa; “estuve con un grupo importante y reconocido mundialmente. Ahí encontré a otro profesor que estaba involucrado en LIGO, que, si bien ya tenía 20 años impulsándose, recién se había aprobado para construir instrumentos para medir el espacio-tiempo de la teoría de Einstein; eso me encantó y cambié totalmente de especialidad, a la Física experimental. Mi tesis de doctorado fue sobre un experimento de laboratorio donde predecíamos el ruido del movimiento browniano que se iba a observar en LIGO”.

LIGO (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory es el observatorio de detección de Ondas Gravitatorias. Su objetivo es confirmar la existencia de las ondas gravitatorias predichas por Einstein. Este esfuerzo, comentó la investigadora, inició en los 80 cuando Reiner Weinss y Kip S. Thorne –premios Nobel de Física–, pensaron que sí se podían encontrar estas ondas gravitacionales, y fue hasta los 90 cuando convencieron a la Agencia Científica de Estados Unidos para crear estos laboratorios, aun sin tener la certeza de poder encontrarlas.

“Ellos sabían que con la tecnología que existía no iban a alcanzar los objetivos, pero se iba a ganar experiencia para instalar una nueva tecnología, lo cual se logró en 2010, y en 2015 se detectaron las primeras ondas, pero en realidad no con la sensibilidad que nosotros quisiéramos”. Si bien se confirmó la existencia de las ondas gravitatorias en 2015, Gabriela González recuerda que debieron pasar 20 años para lograr ese momento y con ellos pasaron jóvenes que se involucraron en los estudios de este experimento en diferentes áreas.

Lo importante en este trabajo, dijo, “es que el experimento no lo realizan sólo dos personas, Reiner y Kip, sino que lo hacen cientos de personas, de científicos. Estas cientos de personas son quienes desarrollan y diseñan cómo implementar esta tecnología, analizan el ruido y trabajan algoritmos computacionales para buscar dichas ondas gravitacionales. Hay estudiantes de licenciatura, de doctorado, que no hacen su tesis descubriendo ondas gravitacionales, sino poniendo un ladrillo de este edificio. Un edificio se hace de muchos ladrillos, y estos ladrillos son los que nos gustan”.

El futuro de la ciencia y de LIGO, compartió González, es infinito; se busca generar esta red mundial de detectores no sólo en Estados Unidos, sino en Europa, Japón y la India; “estamos trabajando en la sensibilidad de los detectores, en detectores de nueva generación, no para estos laboratorios sino para otros que sean nuevos, y deberían ser colaboraciones internacionales; espero que Latinoamérica se una de ellas”.

Por último, aconsejó a los interesados en estos temas estudiar su licenciatura en países de Latinoamérica, para después incorporarse a los grupos de trabajo que estudian estos temas; “hay que hacer doctorados en los grupos donde se están trabajando estos temas y que reciben a muchos estudiantes de doctorado con becas; existen muchas universidades buscando estudiantes. Claro, deben tener buenas calificaciones”.

Ésta y otras entrevistas están en el Facebook Ruido Cuántico y en el canal de Youtube #HablemosDeCiencia (https://www.youtube.com/watch?v=aLJmFn2QjNE). La entrevista fue hecha por el Dr. Alfredo Aranda, coordinador general de Investigación Científica de la Universidad de Colima.