Control del dengue, responsabilidad de comunidad y autoridades: F. Espinoza

*La fumigación que realiza el sector salud es la mejor forma de reducir la población
adulta de mosquitos; mientras, los ciudadanos debemos cuidar los recipientes de agua,recomendó el investigador universitario.

El pequeño mosquito de dos alas, color negro o gris oscuro, con manchas en el
dorso que asemejan una lira musical y rayas blancas en sus patas, es sin duda uno de los
insectos que más se ha adaptado a los humanos. Su vuelo errático y lento le permitiría pasar
inadvertido entre la población, si no fuera por un detalle: transmite el virus del dengue.
Al mosquito Aedes Aegypti se le considera una especie domesticada, por lo que es
raro encontrarlo en el campo, selvas, lagos o lagunas; “siempre lo vamos a encontrar junto
a los humanos, en una ranchería, caserío, zonas rurales o urbanas”. Por esta razón, dijo el
investigador de la Facultad de Medicina, Francisco Espinoza Gómez, es importante que la
población preste atención, durante la temporada de lluvias, a cubetas, albercas o piletas, ya
que estos sitios son los preferidos por las hembras para poner sus huevecillos.
La razón de ello es que dichos recipientes almacenan agua limpia o gris que no se
renueva constantemente y, sobre todo, están cerca de quienes les proveen de alimento.
“Recientemente se encontró que el mosquito ya se adaptó a las aguas grises, que son las
estancadas en las regaderas, a fuentes, aljibes, y principalmente a los sitios donde se
almacenan grandes cantidades de agua, que pocas veces se les pone atención; es ahí donde
incluso pueden sobrevivir el resto del año. Sin duda debemos ser precavidos y no tener
tapitas ni baldes con agua, pero estos grandes depósitos son los que debemos mantener en
constante vigilancia”.
“Tenemos que decir que los machos no toman sangre humana, se alimentan del
néctar de las flores; quienes lo hacen son las hembras, que viven alrededor de 20 días y
ponen entre cuatro o cinco tandas de huevecillos a lo largo de su vida, y entre más calor
haga incrementarán su producción de huevecillos”. Ahora bien, una hembra portadora del
virus puede infectar en promedio a cuatro personas durante su vida, pero si está fertilizada
incrementará el número de picaduras, ya que necesita de la sangre para poder madurar sus
huevecillos, “es decir, puede infectar de seis a ocho personas más”.
¿Pero, cómo se da este proceso de infección de humano a mosquito y de mosquito a
humano? Espinoza Gómez explicó que, gracias a la gran variabilidad biológica de los virus,
éstos pueden adaptarse a distintas especies; en este caso se adaptó al mosquito y luego al
ser humano, por lo que el ciclo de transmisión inicia cuando un mosquito hembra pica a
una persona infectada, adquiere el virus, lo reproduce en su intestino y lo lleva a sus

glándulas salivales. Cuando ésta vuelve a picar, transmite el virus mediante su saliva al
nuevo hospedero, que es el ser humano.
Durante la entrevista, Francisco Espinoza, quien lleva años trabajando con estos
insectos, aclaró algunas dudas sobre dichos mosquitos. Las hembras prefieren la sangre
humana, sin importar su tipo o si la persona consume o no vitamina B, bebidas alcohólicas
o por su color de piel; “el mosco no discrimina, lo que sabemos es que les gusta la sangre
de los humanos; en casos muy raros consumen la de caballos, vacas o mascotas como gatos
o perros, pero lo hacen cuando no encuentran humanos”.
“Lo que es interesante –continúo– es que producen una sustancia que sirve como
anestesia para que no se sienta el piquete y para evitar que la sangre se coagule. Esta
sustancia a algunos nos da alergia y sentimos comezón e incluso se nos hace una roncha.
Mucha gente dice: ‘no, a mí no me pican’; claro que le pican, pero no lo siente; entonces,
no es cierto que los insectos tengan alguna preferencia”.
Muchos piensan que entre más grande y patón es el mosco, resulta más peligroso,
“pero no, éste es un insecto que muchas veces pasa desapercibido; los moscos grandes no
transmiten ninguna enfermedad. También se cree que la noche es el horario preferido del
Aedes Aegypti, pero sabemos que menos del diez por ciento de esta especie tiene actividad
nocturna; prefieren el día, de diez de la mañana a siete de la noche. Los nocturnos son unos
moscos amarillitos llamados Culex, que son más latosos y sí producen ronchas”.
Un tema que llama la atención del investigador es que se siga sosteniendo que el
dengue es una enfermedad de la pobreza; “creo que tanto la Secretaría de Salud como la
Organización Mundial de la Salud (OMS) no han cuidado este aspecto del lenguaje; es
decir yo, puedo tener mi casa muy limpia, sin polvo, muy ordenada, pero tengo depósitos
de agua: la fuente que adorna mi casa y el aljibe. Entonces, no tiene que ver con que sean
pobres o muy educados. De hecho, muchas veces las escuelas, dependencias de gobierno y
universidades tienen depósitos que dan pie a que se generan condiciones de dengue”.
Para Francisco Espinoza es importante que la gente esté informada, y fortalecer la
idea de que el control del dengue es responsabilidad de la comunidad y autoridades; “por
parte de la población, evitar almacenamientos artificiales y permitir que se pongan bolsas
de abate en sus casas; además, no hace daño al humano y sí reduce mucho las poblaciones
de larva”.
Si queremos reducir la propagación de moscos adultos, que son los que producen
las picaduras, añadió el investigador, “no hay mejor forma de hacerlo que la fumigación
espacial que realiza el sector Salud. A nivel doméstico, fumigar con insecticidas que sean
nobles con el medio ambiente en closets, baños, lugares oscuros y húmedos, que son las
zonas donde más se protegen las hembras, y cuando pasa la camioneta fumigando debemos
abrir puertas y ventanas”.
Finalmente, el investigador, dijo que, si bien la responsabilidad de disminuir los
contagios es responsabilidad de todos, “debemos exigir que las autoridades hagan la parte

que les corresponde; si no hay fumigaciones, vamos a tener repuntes muy importantes en
las epidemias”.