Entrevista con María Isabel Morales da psicóloga sugerencias para manejar frustraciones familiares en vacaciones

 

 

*“Independientemente de la técnica, es el propio manejo de la tolerancia que hagan los padres, al ser pacientes y emocionalmente auténticos, lo que servirá de guía para que los hijos aprendan a enfrentar la frustración”, añadió la experta.

 

Para este periodo vacacional, el tiempo con los hijos en casa puede representar una oportunidad de fomentar los vínculos familiares, de acuerdo con la especialista en terapia Gestalt y psicoanálisis infantil, María Isabel Morales de la Peña, quien impartió hace días en la Universidad de Colima el curso taller “Manejo de la frustración y límites a través de la crianza respetuosa”, organizado por la Dirección General de Educación Continua.

 

En entrevista, recomendó no asumir este periodo de descanso con pesar, con el fin de prevenir y atender la frustración, principalmente en los menores.

 

La frustración, dijo, “es un sentimiento que se experimenta cuando las cosas no son como pensábamos; no conseguimos lo que queremos, y ante eso podemos reaccionar bien de manera agresiva o constructiva. Por ello, es importante que los niños y padres aprendan a manejar su frustración”.

 

Los niños, niñas y adolescentes, explicó, tienen necesidades físicas como dormir, comer o hacer ejercicio y necesidades emocionales como sentirse queridos y aceptados incondicionalmente por sus padres, sentirse escuchados, reconocidos, vinculados e incluso estimulados intelectualmente.

 

Así, cuando un niño se frustra o hace berrinche, según su etapa de desarrollo, es porque estas necesidades no están bien cubiertas.

 

Ante eso, Isabel Morales recomendó tomar medidas preventivas. “Puede ocurrir –dio un ejemplo– que llevemos a los hijos a una reunión nocturna con amigos, cuando ya están por dormir y tienen sueño. Entonces se mostrarán molestos, berrinchudos, y nosotros también podemos estresarnos”.

 

En este caso, la psicóloga sugirió buscar un espacio donde puedan dormir, o salirse de la reunión más temprano.

 

Estas vacaciones, comentó, “podemos preparar diferentes actividades que satisfagan sus diversas necesidades: descanso, ejercicio, retos mentales, fomentar el vínculo emocional jugando con ellos y comunicándonos todo el tiempo”.

 

Es vital, enfatizó, “resaltar siempre el amor incondicional a los hijos, decirles y demostrarles que los amamos y queremos, que pase lo que pase cuentan con sus padres. Este amor generará confianza en ellos, y junto con el manejo adecuado de las emociones, les ayudará a disminuir la frustración”.

 

A lo largo de su experiencia clínica, María Isabel Morales ha encontrado ejercicios y herramientas de gran utilidad para atender y prevenir constructivamente la frustración.

 

Una herramienta es el semáforo emocional, que es un cartelito de papel dividido en los colores verde, amarillo y rojo (tranquilo, molesto, muy enojado), para identificar cómo se sienten los hijos.

 

Combinada con ésta recomendó usar también el Plan de Seguridad, que se ajusta a las necesidades de cada niño. Éste consiste en una acción capaz de calmar a los hijos; a algunos les funcionará salir al patio, correr, pegarle a una almohada y a otros recibir un abrazo.

 

Una herramienta más es el frasco de la calma de María Montessori, ideal para niños y algunos adolescentes. Consiste en llenar un frasco de plástico con agua tibia, aceite de bebé, y diamantina. Cuando el niño esté muy enojado, puede agitarlo con fuerza. La idea aquí es darse cuenta que la diamantina, una vez que deja se ser agitada regresa a su lugar, para que los hijos vean gráficamente cómo son las emociones.

 

Para los niños y adolescentes, este periodo de descanso también es una oportunidad de familiarizarse con las dinámicas del hogar, de aprender e involucrarlos en actividades de casa, algo que les será muy útil en el momento que se independicen o pasen tiempo fuera del hogar.

 

Sin embargo, dijo por último esta psicóloga, “independientemente de la técnica, es el propio manejo de la tolerancia que hagan los padres, al ser pacientes y emocionalmente auténticos, lo que servirá de guía para que los hijos aprendan a enfrentar la frustración, así como permitir que ellos mismos vivan las consecuencias de sus actos y guiarlos en una solución constructiva”.