La ciudad de Río de Janeiro está lista para el arranque de la versión 31 de los Juegos Olímpicos, en una parte de Brasil que espera con ansiedad la máxima justa deportiva, expresión multicultural, pero sobre todo, anhela ver a las figuras brillar en cada una de las 28 disciplinas del programa olímpico.
Seguridad en cada punto de acceso de las instalaciones, policía local, municipal y federal es lo que prevalece. La atención de la población local es inmejorable. Su pasión por el deporte hace que este momento se llene de emoción y que sea esperado el inicio de la máxima competición multidisciplinaria.
Si bien el “Gigante de Sudamérica” atraviesa una etapa crítica, en Río de Janeiro parece que todo marcha con normalidad a unas horas de la ceremonia de apertura, un rito en el cual se presenta el rostro del país, su historia, su cultura y su devenir, la ciudad carioca se viste de gala.
El carril confinado a la llamada “Familia Olímpica” ha comenzado su trajín, los autobuses transitan con regularidad para acelerar la llegada a los centros de instalación. Los cientos de voluntarios, provenientes de varias partes del mundo, inician su labor de auxilio a los visitantes.
Los filtros de seguridad inquebrantables; su paso es casi lento por la minuciosa revisión a los maletines, bolsos y a aquellos objetos que puedan ser parte de un momento difícil. Los vigilantes del orden, atentos, pero rigurosos en su labor.
Tras la ceremonia de inauguración, se esperan los verdaderos días de intensa labor, en los cuales las filas se hacen interminables para acceder a la llamada “Ciudad Olímpica” para unos o “Parque Olímpico” para otros.
Las primeras horas de este viernes en Río de Janeiro son apenas el arranque de lo frenético, del inicio de la fiesta multicultural y del brillo intenso de las figuras deportivas y que aquellas que comenzarán a destellar, pero también de otras que se apagarán.