La consejera presidenta del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE), Sylvia Schmelkes, subrayó que la contextualización y la pertinencia son los principales atributos del replanteamiento del modelo de desempeño docente.
“Ya tenemos un diseño inicial, que se va a tener que desarrollar, por lo cual no se pondrá en marcha sino hasta el ciclo 2017-2018”, explicó la funcionaria en entrevista.
Mencionó que otro aspecto importante que recoge muy bien el espíritu de la reforma educativa es que se vincula la evaluación con la formación.
“Entonces, si bien antes se consideraba que el maestro se evaluaba y en función de los resultados se le canalizaba a cursos de formación, hoy se considera que debe ser formado en todo el proceso: antes, durante y después de la evaluación”, explicó.
En ese sentido, añadió, de manera previa se llevarán a cabo una serie de cursos, principalmente de conocimientos disciplinares y curriculares, así como de planeación que acompañan su proceso de desarrollo de su proyecto, y después otros más en función de sus resultados para fortalecer sus áreas de debilidad.
Indicó que de esa manera la evaluación se hace más accesible, porque los docentes no tendrán que desplazarse en largos trayectos, ni presentar su evaluación en sedes masivas.
“Esas cosas se eliminan. El maestro va a su ritmo, hace las cosas en su escuela, como quiera y presenta su examen en un tiempo relativamente largo, lo que la convierte en algo mucho más tranquilo y amable”.
En sus oficinas, Schmelkes del Valle destacó que lo que llevó al replanteamiento fueron las evaluaciones que el mismo INEE realizó sobre la primera experiencia, las quejas que recibieron y el punto de vista de la oficina regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe.
“Tuvimos una visión muy completa de lo que pasó” y se encontró que “la mayor parte de ellos eran problemas de naturaleza logística y de la operación e implementación de la evaluación”, que corresponden a la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Sin embargo, añadió, “también se hallaron algunos que nos correspondían a nosotros, que tenían que ver con los instrumentos: su longitud, la duración excesiva de las jornadas, la poca pertinencia de muchas de las preguntas, sobre todo los análisis de casos”.
Explicó que la lista de problemas los llevó a pedir a la SEP en enero que retrasara la evaluación del segundo grupo, “porque no estábamos listos para corregir todas esas cosas que habíamos descubierto. Es por eso que la evaluación se pasó para noviembre”.
La funcionaria indicó que, mientras tanto, se constituyó un equipo SEP-INEE para atender todas esas dificultades.
Externó que más tarde empezaron las expresiones del magisterio y de mentores en lo individual que siguieron reiterando las problemáticas de la evaluación anterior y sus dificultades, inquietudes e inconformidades.
“Esto nos hizo decir que no se trataba únicamente de afinar lo que ya estaba, sino probablemente de hacer una cosa diferente”.
Enfatizó que el nuevo modelo modifica varias cosas, pues “ahora la mayor parte de la evaluación se ubica en la escuela y se hace en función de lo que el maestro necesita para su aula. Gana en contextualización y en pertinencia la evaluación”.
En la parte que tiene que ver con la evaluación se le pide al maestro que planee una clase, con un aprendizaje esperado, que dure entre tres y cinco sesiones.
Para poder planearla, primero tiene que ubicar, describir muy bien el contexto socioeconómico y sociocultural en el que está ubicada la escuela, las condiciones de la misma e identificar las necesidades educativas de los alumnos.
“Luego planea, define objetivos, necesidades, nos dice qué va a hacer para asegurar la inclusión, cómo va a crear un clima adecuado, cómo va a evaluar, y luego implementa la planeación. Esto es nuevo. Antes sólo la hacía, pero nunca tenía oportunidad de implementarla”, remarcó.
Indicó que las evidencias ahora son la consecuencia, y no se hacen antes de la implementación. El maestro hace una reflexión sobre sí mismo respecto de qué funcionó de su planeación y qué cosas debe mejorar, para que todos los niños logren los objetivos de aprendizaje.
Después de esa etapa, hay dos más: el informe de cumplimiento de responsabilidades profesionales, que antes llenaba sólo el director, y que la idea es que se complemente con sus propias valoraciones de fortalezas y debilidades para confrontar las dos visiones.
Ese proceso tiene que ver fundamentalmente con sus responsabilidades hacia la escuela, los padres de familia y su comportamiento como docente al interior de la escuela.
La última etapa es el examen. En ese caso explicó que “los anteriores estaban basados en casos. Se planteaba un caso que se suponía era relativamente cercano a la vida cotidiana del maestro. Había diferentes exámenes según el tipo de maestro del que se tratara y preguntas sobre ese caso. Pero los mentores criticaron mucho eso porque decían que los casos no correspondían a su realidad”.
Schmelkes del Valle refirió que ahora no habrá exámenes de casos. “Serán comunes y corrientes, de opción múltiple, por computadora, sí aplicados en sede, pero a lo largo de 12 semanas se pueden aplicar en cualquier momento que no sea de caso, cuando el profesor lo quiera presentar, en sedes que van a ser muchas más y, por lo tanto, estarán mucho más cerca de las escuelas”, garantizó.