El embarazo en niñas y adolescentes no solo es un grave problema de salud pública que pone en riesgo la vida e integridad de las y los adolescentes, constituye un obstáculo para su progreso personal, social y profesional y limita el libre desarrollo de sus competencias y habilidades.
Durante el año 2015, en México 416 mil 153 niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años se convirtieron en madres, de ellas, 10 mil 277 tenían entre 10 y 14 años de edad, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De acuerdo al Instituto Nacional de las Mujeres, dicha problemática es una consecuencia de la falta o el limitado acceso de las niñas, niños y adolescentes a la educación sexual integral desde los primeros años de vida que les permita tomar decisiones asertivas que favorezcan su bienestar, de las situaciones de violencia y abuso sexual que padecen, de la percepción de la maternidad como forma única de realización, del contexto cultural que fomenta o promueve las uniones a edades tempranas, y el nulo o inadecuado uso de anticonceptivos.
El embarazo en las niñas y adolescentes menores de 15 años es un problema que debe ser erradicado porque indica abuso, violencia y porque la afectación en su salud y en su bienestar es grave.
Además, el Instituto apuntó que la tolerancia a que las niñas sean madres es inaceptable porque ese hecho implica que ellas enfrenten barreras para el ejercicio de sus derechos como el acceso a la educación y mejores oportunidades de desarrollo. También, refuerza la reproducción de roles de género que pueden ubicar a la niña solo como cuidadora y madre sin darle perspectivas diferentes para su vida.
Hoy 26 de septiembre, se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Embarazo No Planificado en Adolescentes, lo que nos presenta la oportunidad de seguir reflexionado sobre el asunto, sobre las necesidades de esta población y sobre el compromiso que desde el Estado se debe tener al respecto.
La Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA) representa una respuesta multisectorial, mediante un mecanismo de coordinación interinstitucional, en los tres órdenes de gobierno, y alineada a los objetivos estratégicos nacionales como el Plan Nacional de Desarrollo, a los programas sectoriales y a la legislación nacional e internacional. Tiene como objetivo reducir la tasa de fecundidad en mujeres de 15 a 19 años al 50% y eliminar el embarazo en mujeres menores de 15 años para el año 2030.
Entre los objetivos se plantea promover el desarrollo humano y las oportunidades de las y los adolescentes, crear un entorno que favorezca decisiones libres y acertadas sobre su proyecto de vida y el ejercicio de su sexualidad, incrementar la oferta y la calidad de la información y los servicios de salud sexual y reproductiva, así como una educación integral en sexualidad en todos los niveles educativos.
El Inmujeres refrendó su compromiso con las niñas, niños y adolescentes, e invita a los Instancias de las Mujeres de las Entidades Federativas a ser parte activa en los Grupos Estatales para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA).