Donald Trump dio impulso este lunes a su proyecto de renovar las infraestructuras al presentar un plan de privatización del sistema de control aéreo en Estados Unidos, en una semana de alto riesgo para su presidencia.
La Casa Blanca también anunció otras reuniones dedicadas al mismo asunto para esta semana, que de todos modos puede terminar dominada por la audiencia del jueves en el Congreso del exdirector del FBI, James Comey, sobre las posibles interferencias rusas en la última elección presidencial.
La primera iniciativa del gobierno consiste en reformar el sistema de regulación aérea del país y otorgar a un nuevo organismo privado sin fines de lucro la responsabilidad de garantizar el tráfico aéreo en Estados Unidos.
Actualmente la Agencia Federal de Aviación (FAA) se encarga de esta tarea.
Trump aseguró durante un discurso en la Casa Blanca que Estados Unidos ingresará “en una nueva era del sector aéreo”, además de subrayar que “ya es tiempo de actuar”.
“Durante demasiado tiempo nuestro país ha tolerado retrasos inaceptables en los aeropuertos, largos tiempos de espera en las pistas y la lentitud del comercio”, agregó.
Suprimir ese sistema en el que la FAA es juez y parte a la vez permitirá, según la Casa Blanca, modernizar el control aéreo, “reducir los retrasos” de los vuelos, “realizar ahorros de combustibles” y mejorar la seguridad.
Si la reforma es aprobada por el Congreso, unos 30 mil controladores estadounidenses serán reubicados en el seno de la nueva entidad, que será exclusivamente financiada por contribuciones de compañías aéreas.
El sindicato de controladores aéreos, la National Air Traffic Controllers Association, aseguró que comparte la voluntad de “modernizar” el sistema, pero dijo que quiere esperar a conocer los detalles de la propuesta antes de darle su aprobación.