Inicia programa Adopta una Prepa con charla sobre alcoholismo y sus efectos

*Adela Rendón explicó a los bachilleres de la UdeC las consecuencias de la exposición a temprana edad a bebidas alcohólicas, una de las cuales es el impacto oxidativo en el ADN.

En el marco del programa Adopta una Prepa, que forma parte de la carta de intención firmada entre la Universidad de Colima y la Red Global Mx Capítulo España, se realizó en estos días la primera charla virtual, de las cuatro que serán en total, y que se dirigen exclusivamente a estudiantes de los 15 bachilleratos de la casa de estudios que participan en este proyecto.

La charla: “Alcoholismo y sus efectos: conversaciones para NO morir”, fue impartida por la doctora en química Adela Rendón Ramírez, investigador y docente especializada en bioquímica, biofísica de membranas y cristalografía de proteínas por la Unidad de Biofísica de la Universidad del País Vasco, en España. La charla se impartió vía zoom y participaron 300 estudiantes.

En la inauguración del ciclo de charlas, Armando Hernández, secretario técnico de la Dirección General de Educación Media Superior, quien habló en representación del rector Christian Torres Ortiz Zermaño; de la coordinadora general de Docencia, Martha Alicia Magaña Echeverría y de Martín Robles de Anda, director general de Educación Media Superior, manifestó el gusto de que iniciara este programa en la Universidad e invitó a los jóvenes a mantenerse atentos para tomar conciencia y seguir aprendiendo de los temas que se expondrán.

Al tomar la palabra, la presidenta de la Red Global Mx Capítulo España, Gabriela Núñez, se dijo agradecida y contenta por la adopción de los 15 planteles de la UdeC para iniciar este programa; además, invitó a las los jóvenes a estar atentos, a disfrutar de la charla y tomar notas: “Éste es un proyecto de mexicanos para mexicanos”, enfatizó.

En la charla, Adela Rendón presentó, con lenguaje claro y sencillo, las consecuencias del uso nocivo del alcohol y mostró cifras del estudio preliminar que realizó con estudiantes de la Universidad Autónoma de Nayarit que consumen alcohol durante los fines de semana, y cuyos resultados arrojaron que esta bebida deja huella en el ADN.

Habló de los orígenes del consumo de alcohol, ubicados en el año 4 mil antes de Cristo, y definió este compuesto como una sustancia incolora e inflamable, miscible en agua, cuyo peso molecular es de 46.07 g/mol y que hierve a los 78.4 grados Celsius. Las bebidas que lo contienen son las siguientes: vino (13 por ciento), cerveza (cinco), licores (hasta 50 por ciento) y aguardientes (hasta 70).

Agregó que la molécula del etanol es CH3-CH2OH y que el número de kilocalorías que genera es de menos 328, lo que supone siete kilocalorías por gramo. Por lo tanto, 10 mililitros de alcohol, haciendo las debidas conversiones, equivalen a 280 kilocalorías que, además, no contienen valor nutricional porque estas bebidas suelen presentar índices muy bajos de proteínas, carbohidratos y biomoléculas en general. Esto es, no se pueden considerar como un alimento.

Así pues, continuó, “el alcoholismo es un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos que pueden aparecer después del consumo repetido de alcohol”. Estos fenómenos incluyen, prosiguió, “deseo intenso de consumir alcohol, dificultad para controlar el consumo, persistencia del consumo a pesar de las consecuencias perjudiciales, mayor prioridad al consumo frente a otras actividades y obligaciones, aumento de la tolerancia al alcohol y abstinencia física cuando el consumo se interrumpe”.

El uso nocivo del alcohol se refiere, por lo tanto, “a los efectos sanitarios y sociales perjudiciales para el bebedor, su entorno y la sociedad en general”. Por otra parte, las personas con un padecimiento crónico como diabetes, hipertensión u otra, corren más peligro de muerte al ser bebedoras. También dijo que el consumo de alcohol en menores es perjudicial porque influye en su crecimiento, lo mismo en el caso del embarazo, porque traspasa la barrera placentaria y puede originar daños en el bebé.

Ante la cuestión de por qué los jóvenes consumen alcohol, su estudio encontró que por las siguientes razones: ser parte del grupo (necesidad de aceptación), estar más a gusto en reuniones (entonarse), sentirse bien y divertirse, descansar y olvidar el estrés, escapar, porque sí (diversión).

Posteriormente, clasificó a las personas según el consumo de esta bebida dionisíaca: abstemio (no encuentra agrado), bebedor social (en ocasiones grupales), alcohólico (adicto y dependiente al alcohol). A dosis bajas, precisó, “el alcohol produce desinhibición y euforia mientras que a dosis moderadas-altas produce sedación. Los grandes bebedores sufren una degeneración neurológica con demencia y neuropatías periféricas”.

En cuanto a la farmacocinética del alcohol, o sea, cómo interactúa con el organismo, dijo que en el estómago se absorbe entre un 20 y 30 por ciento, y que el intestino delgado y el colon absorben el otro 70. La máxima concentración sanguínea ocurre después de 30 a 90 minutos de haberlo ingerido y, cabe destacar, se distribuye de manera uniforme entre todos los tejidos y fluidos corporales.

Expuso que el metabolismo de este líquido espirituoso pasa por las siguientes fases de descomposición: cuando llega al organismo la enzima alcohol deshidrogenasa lo convierte en acetaldehído; luego la enzima correspondiente a este último compuesto lo transforme en ácido acético (vinagre). Después, el acetil coenzima A sintetasa genera, por interacción con el ácido acético, el acetil coenzima A que entra en el ciclo de Krebs que ocurre en las mitocondrias de las células del hígado, y también se sintetiza en ácidos grasos, colesterol, etcétera.

El ciclo de Krebs produce ATP (energía), pero el etanol se considera una molécula vacía porque produce energía, mas no alimenta. En su investigación con jóvenes que consumen alcohol cada fin de semana, estudió los marcadores oxidativos. Los resultados arrojaron que, respecto al grupo control, el grupo de consumidores de alcohol presentó el doble de actividad de la enzima alcohol deshidrogenasa, considerable si se toma en cuenta que eran jóvenes de 19 años que hacían deporte y que bebían nada más los fines de semana.

El valor oxidativo se abordó a través del ácido tiobarbitúrico, que lo tenían incrementado respecto al grupo control. Además, dijo que realizó el Estudio Cometa para evaluar el ADN en las células, esto es, “qué tan compacto o maltrecho estaba”. Los resultados indican que en los consumidores de alcohol sí había un impacto oxidativo que los predisponía para enfermedades como Alzheimer, Parkinson, etcétera. No había un daño oxidativo como tal, pero sí una predisposición latente a corta edad (19 años) con un consumo moderado y semicrónico.

También compartió estadísticas que muestran los índices de consumo de alcohol en México, que son alarmantes en el caso de adolescentes de 12 a 17 años. Además, dijo, México ocupa el noveno lugar en el mundo en cuanto al consumo de alcohol asociado con el de cocaína, mientras que Estados Unidos ocupa el segundo lugar (Australia ocupa el primer lugar). Esto constituye, afirmó, un problema de salud pública.

Por lo anterior y en conclusión, recomendó a los jóvenes divertirse sanamente, evitar en la medida de lo posible su consumo y, en caso de beber, hacerlo de manera responsable y cuidadosa, no con tanta frecuencia, “pues quienes son adictos a esta sustancia pierden la integridad moral, desarrollan enfermedades mentales y son más vulnerables a contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH”.

Por último, los jóvenes escribieron en el chat de Zoom sus comentarios de agradecimiento a la expositora, así como sus dudas y felicitaciones por la claridad con la que explicó el tema.