Rememoran en conferencia los 10 años de Magdala, el primer proyecto arqueológico mexicano en tierra bíblica

A lo largo del mundo, los arqueólogos mexicanos gozan de reconocido prestigio, ganado desde una primera temporada de campo realizada en 1924 por Manuel Gamio en la ciudad prehispánica de Kaminaljuyú, en Guatemala, y sostenido desde entonces por iniciativas de connacionales en Egipto, Turquía, Argentina, Ecuador y otras naciones.

Como arranque del tercer año del ciclo ‘La arqueología hoy’, coordinado por el director del Proyecto Templo Mayor (PTM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Leonardo López Luján, en el Colegio Nacional, se ofreció una síntesis del Proyecto Arqueológico Magdala, la primera misión de arqueología bíblica desarrollada por mexicanos que, en 2020, cumplió una década de labor continua en Israel.

En la conferencia virtual, transmitida vía YouTube, se contó con la participación de la académica de la Universidad Anáhuac México Sur y directora del Proyecto Arqueológico Magdala, la arqueóloga Marcela Zapata Meza; se trata de una iniciativa bipartita entre dicha casa de estudios y el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

La conferencista explicó que Magdala es considerado el más importante hallazgo arqueológico israelí de los últimos 50 años, no solo porque las fuentes indican que es el lugar donde nació María Magdalena –quien da nombre al actual territorio– sino porque, en 2009, durante la construcción de un hotel y un centro de peregrinos, se localizaron los vestigios de la ciudad antigua, llamada Tariquea.

En dicho año, la Autoridad de Antigüedades de Israel ubicó los remanentes de una sinagoga, la primera registrada arqueológicamente a orillas del mar de Galilea y la séptima en Israel, la cual se ha datado hacia el siglo I, es decir, la época de Jesús de Nazaret.

Tras ello, el gobierno israelí recibió propuestas de distintas instituciones del mundo para continuar la exploración, otorgando la licencia al Proyecto Arqueológico Magdala, el 28 de junio de 2010, para trabajar un área de tres hectáreas en la zona.

El objetivo del proyecto es, mediante la prospección geofísica, la excavación extensiva del terreno y el análisis de los materiales, conocer la historia y la vida cotidiana de Magdala hacia su época de mayor esplendor, en el siglo I. Asimismo, busca contrastar a fuentes como el historiador Flavio Josefo, contemporáneo a la urbe, con la información obtenida arqueológicamente.

Zapata Meza detalló que entre los principales resultados del proyecto mexicano está el hallazgo, en 2011, de cuatro baños de purificación ritual o mikve, en hebreo.

Estos espacios son usados desde hace milenios en la tradición judía, la cual instruye realizar actividades de sanación espiritual comúnmente con agua. En el Israel antiguo también había miqva’ot (plural de mikve), pero los académicos habían creído que nunca se encontraría uno en las cercanías del mar de Galilea, ya que las aguas de este se consideraban tan puras que los volverían innecesarios.

De este modo, relató la arqueóloga, la misión mexicana localizó los primeros miqva’ot, alimentados por manantiales subterráneos, a las orillas del mar de Galilea. Entre otros elementos recuperados por el Proyecto Arqueológico Magdala están piezas antiguas de vidrio, dados romanos, vasijas e, incluso, una espada.

Voluntariado en la investigación de Magdala

Uno de los puntos que llamó la atención de los participantes en la sesión virtual fue el del voluntariado, pues si bien, destacó Leonardo López Luján, los estatutos del Consejo de Arqueología del INAH establecen que solo arqueólogos, pasantes en arqueología y académicos de disciplinas afines pueden intervenir en los proyectos de investigación de México, en otras partes del mundo no sucede así.

En Israel, lo común es tener voluntarios dirigidos por los arqueólogos a cargo de cada sitio. Así, ejemplificó, en el área donde labora Marcela Zapata Meza, se ha contado con el apoyo de ciudadanos israelíes, mexicanos, chilenos, españoles, estadounidenses y de otras naciones.

Continuamente se reciben las solicitudes de aquellos que quieran participar en el proyecto. El único requisito es ser mayor de edad y estar consciente de lo que implica el trayecto y la estadía en la región de Oriente Próximo, geopolítica e, incluso, climáticamente hablando.

Sobre ello, la arqueóloga explicó que el trabajo en Magdala requiere iniciar labores desde la madrugada, a fin de evitar las horas de mayor calor. A cada grupo de voluntarios se les da una introducción al quehacer y los métodos de trabajo arqueológico, finalizó.