*La Dra. Honoris Causa por la UdeC dictó una videoconferencia como parte del Congreso Internacional de Estudios de Género, del que fue sede virtual esta casa de estudios del 29 de septiembre al primero de octubre de este año.
La pandemia, dijo en videoconferencia la profesora investigadora Marcela Lagarde y de los Ríos, “vino a recrudecer lo que ya sucedía: la enorme desigualdad de género, la violencia brutal contra mujeres, jovencitas, niñas, mujeres mayores, adultas y ancianas, en condiciones agravadas como nunca antes nos pudimos imaginar”.
Marcela Lagarde abordó el tema “Violencia en tiempos de COVID-19”, dentro del Congreso Internacional de Estudios de Género, del que fue sede virtual la Universidad de Colima del 29 de septiembre al primero de octubre de este año.
En su conferencia, que duró más de una hora, dijo que ahora con la pandemia, las mujeres, sobre todo las que son madres, han visto cómo sus casas se transforman en aulas, “lo que precariza la enseñanza y limita la socialización de las niñas y niños, quienes pierden esa parte social de la formación, de su madurez para funcionar en sociedad con una cultura cívica incrementada”.
La pandemia, agregó la reciente doctora Honoris Causa por la UdeC, exacerbó las condiciones que ya existían en México, de vivienda pobres y sin agua potable como para poder lavarse las manos varias veces al día. Se da, añadió, en un país como México, que es el más desigual de América Latina, según la OCDE, con desigualdad entre clases sociales, grupos étnicos, entre regiones y la zonas urbana y rural. Un país, agregó, en el que no se protegen el medioambiente ni la sustentabilidad.
Habló también de movimientos como el Me too (a mí también), que tenían una gran fuerza poco antes de que iniciara la pandemia. Esa ola mundial, dijo, habla de la semejanza de género, de mujeres como objeto de violencia sin importar que éstas sean poderosas, que sean conocidas por su presencia en los medios de comunicación o pobres; “es un feminismo global, que tiene agendas comunes en países diversos y redes internacionales y nacionales de activismo por los derechos humanos de las mujeres y las niñas”.
En tiempos de pandemia, pidió, “tenemos que seguir impulsando esos movimientos y sobre todo la vigencia de los derechos humanos de todas las personas y desde luego de las mujeres y las niñas”. Es necesario, insistió, en esta época de pandemia, seguir visibilizando a las mujeres, “a lo que están aportando para mantener con vida sus casas, sus familias, su comunidad, a nuestro país y los proceso que se dan en el país. No tenemos que hacer paros todos los días sino manifestarnos de muy diversas maneras”.
Sobre los grupos de mujeres que han pintado las paredes de edificios históricos, comercios y monumentos, dijo que el feminismo, en todas sus manifestaciones, es plural, amplio, diverso, que recoge muchas tradiciones y que en el siglo XX se decantó por la idea de un feminismo asociado a los derechos humanos. “Reflexionemos, entonces, en lo que significa la exacerbación en los conflictos–agregó–, que no conduce a nada positivo para las mujeres sino que puede llevarnos a más violencia y a que las mujeres además sean víctimas de violencia institucional. Seamos defensoras con acciones deliberativas, con diálogo, para poder avanzar”.
Comentó que antes del COVID-19, México vivía otra pandemia, prolongada por más de veinte años, de violencia contra mujeres y niñas. A diferencia de la pandemia por el coronavirus, que es biológica, la violencia contra las mujeres, dijo, “está en el modo de vida de la sociedad mexicana; “su origen está también en el carácter del Estado, en la condición estructural del Estado Mexicano, que alberga la reproducción de formas de opresión. El Estado mismo es en parte opresivo y en parte reproductor de condiciones que quisiéramos desaparecer”.
Dijo que durante la pandemia aumentaron en México los feminicidios en un 45 por ciento; “esto se debe, según expertas, a la convivencia de las mujeres con sus agresores, de niñas y niños con agresores adultos o jóvenes, que las maltratan y que ejercen violencia” contra ellas. Además, dijo, se han incrementado las denuncias por violencia sexual, además de la brecha salarial entre hombres y mujeres.
“De nosotras depende –comentó–, que instituciones como la Universidad de Colima y otras universidades tengan protocolos para enfrentar la violencia, el acoso, hostigamiento, y para prevenir y erradicar estas situaciones. Las comunidades universitarias tienen que ser ejemplares y tiene que haber en la vida universitaria avances sustantivos con perspectiva de género”.
Para terminar, señaló que es necesario poner el acento sobre muchas cosas, “pero hay una muy importante: tenemos que poner el acento en erradicar el machismo en nuestro país, no que sean menos machos los machos, sino erradicarlo. Necesitamos hacer la crítica social y política a ese machismo estructural, al patriarcalismo en la conciencia y condición social de los hombres. Si queremos seguir avanzando necesitamos ser exigentes con los hombres para que se ajusten a una convivencia a favor de la igualdad, una convivencia equitativa con las mujeres, pacífica, en la que sean visibles sus discursos comprometidos con el respeto al primer derecho de las mujeres, que es el derecho a una vida libre de violencia”.
Finalmente, dijo que “necesitamos que los hombres, en muestra de su civilidad, dejen de violentar a las mujeres y niñas en el espacio privado y público, en las instituciones, y desde luego en su propia vida. Es la hora de conmovernos por la vida de las personas, es la hora de aprovechar esta conciencia crítica por la pandemia como una conciencia crítica universal, no sólo por la pandemia, sino para vivir sin pandemias, para poder hacer una vida económica y social en la que haya producción de tejido social sólido y de condiciones de buena vida, o como dice Martha Nussbaum, ‘para que podamos vivir con calidad de vida’ y libres de violencia”.