Perdón Libertador

Esta semana quiero compartirte un concepto sumamente poderoso y libertador, pero a la vez doloroso y difícil para el que lo empieza a practicar. Una palabra presente en todas las culturas y religiones del mundo, que representa una de las prácticas más sublimes de Amor. Me refiero al PERDÓN.

Si revisamos los principios de conducta de los grandes Maestros espirituales, las religiones y los diferentes caminos de realización, el practicar el Perdón es un requisito fundamental para poder gozar de claridad mental, equilibrio emocional y paz espiritual, indispensables para poder alcanzar la trascendencia; Sin embargo, cuando tratamos de llevar ese concepto tan puro y sublime a nuestra vida, es cuando se nos hace sumamente difícil el practicar el PERDÓN. La pregunta es ¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil perdonar en los tiempos actuales?

Para tratar de contestar estas interrogantes, es muy necesario hacer una introspección personal y recordar cómo fuimos educados en la práctica del Perdón en nuestra vida, y qué es lo que entendemos de este concepto.

En lo personal te comparto que en mi niñez, uno de
los primeros acercamientos a la práctica del Perdón fue cuando fui señalado por hacer algo incorrecto y forzado a decir Perdón y pedir disculpas para solucionar la situación, lo cual me hizo sentir acusado, obligado y expuesto. Con el paso del tiempo ésta práctica empezó a tener presencia en mi como sinónimo de asumir culpas, de injusticia, de señalamiento y sobre todo, de humillación.

Durante mi etapa de adolescencia creía que Perdonar a alguien que te hizo daño, era consentir su acción, y exonerarlo de toda culpa, así como dar una señal de debilidad. Sin embargo, conforme creces, tu dinámica social cambia y muchas veces los problemas familiares, sociales, y laborales se incrementan tanto en frecuencia como en intensidad, es por ello que el concepto de la acción de Perdonar es determinante para volver tu vida un infierno aquí en la tierra, o vivir en la bendita paz de te da el Perdón.

Hace algunos años viví un hecho que sacudió mi vida por completo, no lo describiré en estas líneas, pero si te puedo decir que fue una acción de traición cruda e impensable de personas que estimaba y quería en aquel entonces. Los motivos fueron diversos, pero como en toda traición, los intereses personales y ambiciones de poder fueron la causa. Aún recuerdo como si fuera ayer ese instante en donde me sentí utilizado, engañado, pisoteado y no valorado. La rabia, la impotencia y el coraje nublaron mi mente, mi pensar y mi sentir.

En la distancia de los años aún recuerdo que después de varios días de haber ocurrido aquel terrible hecho, en mi pensar y sentir seguía ¡esa rabia!, ¡¡¡ese coraje!!!, esas ganas de tomar acción para devolver ese mal hacia las personas que me habían dañado. Fue entonces que, sin darme cuenta, empecé a convertirme en un esclavo de esa experiencia, a tal grado de afectar mi estado de ánimo, sentido del humor, mi forma de ver e interpretar al mundo y poco a poco, empecé a determinar acciones de las cuales hasta la fecha no me siento del nada orgulloso, pero te he de confesar que agradezco a la vida que me haya dado la oportunidad de vivirlas y a Abba el consejo y el coraje para enfrentarlas.

Curiosamente cuando te empiezas a dar cuenta, cuando tu conciencia empieza a despertar, llegan a tu vida mensajes y respuestas que estás buscando o que necesitas saber por medio de personas, libros, e-mails o circunstancias. No cabe duda que “cuando el alumno está listo, el maestro aparecerá” y con esta frase no me refiero a un monje en la cima de una montaña, sino al “consejo” o los “mensajes” que necesitas para seguir en tu búsqueda y evolución. En el caso de esta experiencia, llegó a mis manos un libro maravilloso que se titula “El amor más grande” de la Madre Teresa de Calcuta, y una frase de sus páginas me sacudió por completo “El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz en tu alma y la tendrá el que te ofendió” y con ella empecé a entender este sublime concepto.

¿Para qué Perdonar?

¿Para exonerar de culpa al que me lastimó? o ¿Para cortar todo sentimiento de rencor y tener paz?, en este caso, mi decisión “lógicamente” fue elegir el Perdón para dejar sentir rencor y estar en paz, sin embargo, no fue nada sencillo. La verdad no lo sentía, me repetía a mí mismo -perdono a estas personas-, pero el rencor no se iba, la paz no llegaba, al contrario, me sentía más frustrado por querer Perdonar algo que no me nacía en hacerlo. Fue entonces que entendí la primera parte de la reflexión de la Madre Teresa: “El Perdón es una decisión personal, no es un sentimiento”, en este caso pude entender que el pensamiento razonado perdonaba, pero el sentimiento no y esto seguía desencadenando un sin número de emociones nocivas en mí, ya antes mencionadas…

Días después, llegó otro consejo: “perdona desde la emoción”, un mensaje poderoso que después de meditarlo por algunos días comprendí que, para hacerlo, se tiene que volver a vivir el hecho, por lo que la única manera de poder hacerlo fue por medio de visualización detallada del suceso. Para esto, consulté y estudié varias técnicas, para finalmente enfrentarme nuevamente al pasado.

Una noche me dispuse en soledad, asegurándome que nada me interrumpiera, empecé con la técnica, trabajando mi respiración hasta conseguir un punto de quietud en mi pensamiento. Después, poco a poco, comencé a visualizar nuevamente lo sucedido, lo hice a detalle, te he de confesar que, al inicio, toda la emoción negativa se dejó sentir con la fuerza de un viento huracanado, pero conforme empecé a revivir nuevamente los hechos desde este estado de quietud, poco a poco la emoción empezó a disminuir, el coraje se empezó a desvanecer y pude ser testigo nuevamente de lo acontecido. Visualicé que me acercaba a cada una de las personas que me habían dañado, ya no sentía rencor, sino compasión, así que en ese mismo estado de visualización, abracé a cada uno de ellos y les dije desde mi pensamiento y emoción -te perdono, que la paz está contigo-… Y en ese momento el poco rencor que quedaba se evaporó de mí.

En los días siguientes me di cuenta que podía recordar lo sucedido sin sentir ningún tipo de emoción nociva, al contrario, me sentía tan en paz, que fue ahí cuando comprendí que el principal beneficiado del Perdón es la persona que lo practica, ya que se libera de toda carga emocional cortando toda relación nociva, se eleva por encima de los hechos para trascenderlos y abrir el vínculo energético para manifestar nuevas experiencias y una vibración más elevada.

Creo que como individuos que formamos parte de una sociedad, nos hace falta conocer más y ejercer la práctica del Perdón. Considero que en una sociedad que muchas veces se enfoca más en señalar y criticar, Perdonar puede ser el punto de inflexión para adquirir nuevos estados de conciencia.

Perdonar no es fácil, y nunca se debe de obligar a nadie hacerlo, más bien es una decisión personal y consiente que en muchos casos es muy dolorosa, pero que permite a la persona que la practica, liberarse del estado nocivo que te sumerge el hecho y cortar todo vínculo con la persona que te lastimó. El perdón nunca implica olvido, el perdón es superar lo sucedido, transcender la rabia, el coraje y el dolor nocivo que destruye, para experimentar la bendita paz que libera, alivia, sana y fortalece la experiencia de vivir.

Con afecto y Cariño

SERVIR PARA TRASCENDER

Miguel Vladimir Rodríguez Aguirre