*“El árbol es uno de los regalos de la naturaleza que forma parte de la comunidad y merece ser amado”, Saúl Alcántara Onofre, académico de la UAM.
“Árboles, flores y el resto de la naturaleza forman parte de la arquitectura de ciudades, hogares y sitios turísticos, entre otras zonas, por esto se deben respetar sus espacios y no transformarlos sólo en adornos”, dijo Saúl Alcántara Onofre, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la conferencia que dio como parte de los festejos por el 36 aniversario de la Facultad de Arquitectura y Diseño (FAyD) de la Universidad de Colima.
Titulada “La espectacularidad de la naturaleza en el México Prehispánico”, el investigador de la UAM compartió varios conceptos del pensamiento mesoamericano prehispánico y la visión sagrada que ellos tenían de la naturaleza, principalmente del árbol como individuo con alma, algo que contradice la visión que se tiene hoy de la naturaleza.
“Lo que concebimos hoy es utilizarlos para la construcción, para hacer muebles o fabricar objetos tradicionales. Es un elemento de adorno, pues el urbanismo no lo considera como entidad con vida sino como adorno. Pero en el México antiguo se pensaba que fueron hombres que, al morir, se convirtieron en árboles y que tienen alma” comentó.
En este sentido, Alcántara Onofre compartió la importancia de recuperar esta cosmovisión prehispánica, pues con el avance de la mancha urbana y las necesidades económicas del ser humano, se han destruido reservas naturales, árboles de más de 200 años, o bien se reemplazan por especies que no son originales del lugar.
“Es una falacia tirar un árbol de 200 o 300 años para plantar otros por montón, porque no sólo es un árbol: es historia, energía. Esto no se compensa con poner varitas de las que nadie sabe quién se hará responsable y, además, no se tiene idea de las especies originarias de la zona. Hay quienes reemplazan especies de 200 años por ficus y eucaliptos, pero éstos se caen fácilmente porque tienen raíces superficiales”, abundó.
Finalmente, comentó que desafortunadamente se privilegia la construcción de caminos y proyectos económicos sobre la preservación de la naturaleza. Por eso, dijo a los jóvenes arquitectos que ellos serán los encargados de regresar a la naturaleza los espacios y de recuperar esta visión “donde al árbol se le veía como un ser protector, padre, que servía a la humanidad en toda existencia y significaba la creación, la vida y la muerte. El árbol es uno de los regalos de la naturaleza, forma parte de la comunidad y merece ser amado”.