Importante, democratizar los cuidados en las universidades: R. Hernández

*“Deberíamos cuestionarnos si los días otorgados a los hombres son suficientes para acompañar el cuidado de un recién nacido y apoyar las necesidades de su pareja tras el parto. De lo contrario, se corre el riesgo de que la responsabilidad del cuidado recaiga, una vez más, únicamente en las mujeres”, agregó.

¿A quién corresponde el cuidado de las personas?, ¿los días por licencia de paternidad deben incrementarse?, ¿el trabajador debe tener una penalización económica por pedir permiso para acudir a una consulta médica personal o de algún familiar? Éstas son algunas preguntas que Rubén Hernández Duarte, titular de la Dirección de Políticas de Igualdad y No Discriminación de la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM, respondió durante su visita a la Universidad de Colima, donde impartió una conferencia y presentó un libro.

Para le maestre, es importante que en las Instituciones de Educación Superior (IES) se comience a trabajar en la democratización de los cuidados partiendo de tres supuestos: los cuidados son una pieza clave para sostener la vida de una persona, no tienen género, y el autocuidado también es importante.

Con cuidados, explicó, “nos referimos al acompañamiento escolar, a una cita médica, llevar o recoger a los hijos de la escuela, entre otros, ya sean las niñeces, bebés, personas con discapacidades o personas adultas mayores”.

En general, señaló que estos roles de acompañamiento suelen asignarse a las mujeres. “Como ellas se encargan de las tareas de cuidado, su ritmo académico tiende a ser, en promedio, más lento que el de los hombres, quienes generalmente no están involucrados en dichas responsabilidades. Claro que existen hombres que sí participan, pero los promedios demuestran que, como grupo, su contribución en las tareas de cuidado es menor”.

El objetivo de esta democratización de los cuidados es crear paradigmas que permitan a las personas equilibrar de forma armoniosa sus actividades personales y universitarias. “La idea es que puedan dedicar tiempo a las labores de cuidado sin recibir sanciones económicas, pero también sin afectar la dinámica ni los recursos de las instituciones”.

Por ejemplo, agregó, las licencias de paternidad se establecieron con el propósito de involucrar a los hombres en las tareas de cuidado, especialmente en lo relacionado con la crianza durante el nacimiento o la adopción. Sin embargo, la complejidad de esta política radica en la comprensión de su funcionamiento.

“Deberíamos cuestionarnos si los días otorgados a los hombres son suficientes para acompañar el cuidado de un recién nacido y apoyar las necesidades de su pareja tras el parto. De lo contrario, se corre el riesgo de que la responsabilidad del cuidado recaiga, una vez más, únicamente en las mujeres. Además, sería importante reflexionar sobre el acompañamiento en el cuidado de hijos o padres enfermos y considerar cómo abordar esta situación”, señaló.

Hernández Duarte dijo que la responsabilidad del cuidado, ya sea hacia otra persona o hacia uno mismo, no necesariamente debe resolverse mediante licencias. “No se trata de crear una nueva burocracia cada vez que lo necesitemos, sino de desarrollar modelos flexibles en las instituciones de educación superior, que permitan a las personas ejercer esos vínculos de cuidado sin temor a represalias. Las universidades deben reconocer que el tiempo destinado a los cuidados es esencial, ya que sostiene la vida y, si no se realiza, compromete la salud, el bienestar y la integridad”, afirmó.

Diagnósticos

Para llegar a estos mecanismos de licencias o mecanismos que permitan permisos de cuidado, comentó Rubén Hernández, es necesario un diagnóstico y consulta sobre las necesidades y los vínculos de cuidados de las comunidades universitarias. “En la UNAM lo hicimos hace un par de años y, por ejemplo, para el sector académico logramos mostrar que cerca del 50%, o sea de la mitad de la planta académica de la universidad, tiene al menos un vínculo de cuidado, o sea que hay alguna persona que por lo menos requiere del cuidado de la atención directa de esa persona”.

A partir de esa realidad, expresó, es posible tomar decisiones. “Es evidente que, cuando una persona se ausenta implica un costo para las universidades, además de desafíos logísticos para cubrir ese espacio, lo que podría retrasar el trabajo o dejar actividades pendientes”, señaló. Sin embargo, aclaró que no se trata de penalizar a quienes solicitan permisos para brindar cuidados. Por ello, sería necesario desarrollar modelos que eviten sanciones a las personas por asumir responsabilidades de cuidado.

“Se podrían implementar estrategias progresivas que sean evaluadas y ajustadas de manera gradual, para explorar cómo concertar estos ajustes y formas de flexibilidad”, señaló. Agregó que estas medidas no solo deberían facilitar el cuidado hacia otras personas, sino también el autocuidado. “No solo existen obstáculos para que alguien pueda ir a recoger a su hijo o acompañar a una persona a una consulta, sino también para que pueda asistir a sus propias consultas y ejercer su derecho al autocuidado”, explicó.

Finalmente, Rubén Hernández Duarte agradeció a la Universidad de Colima por esta oportunidad de diálogo. “Me da mucho gusto que estos temas puedan debatirse en las instituciones académicas de educación superior. Deseo que estas políticas continúen permeando y fortaleciéndose en nuestros espacios”.