Diminutivos infantilizan y discriminan a las personas: Bárbara Mancera

“Debemos ver desde la plenitud que es una persona, por lo que es importante que cuidemos en nuestros diálogo, discurso privado y oficial, no dirigirnos de maneras peyorativas ni diminutivas a los demás”.

 

 

Sobre el uso de diminutivos para referirse a personas en el ámbito laboral y académico, la profesora investigadora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Colima, Dra. Bárbara Mancera Amezcua, dijo que “es una acción de discriminación que tiende a empequeñecer una condición, característica o preparación de una persona o a la persona misma”.

 

Referirse a las personas como la maestrita, el patroncito, el muchachito, “a manera de broma, son formas que diluyen a la persona en lo cotidiano, la discriminan al empequeñecer, infantilizar o disminuir, tanto a ella como a su actividad”.

 

La abogada Mancera Amezcua explicó que la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, realizada en 1979), plantea que “la discriminación no sólo se ejerce en acciones sino también en el discurso, de allí la obligación que tienen todos los países firmantes de empezar a modificar la forma en cómo nos comunicamos”.

 

“Tenemos que modificar patrones muy arraigados de cómo nos dirigimos y actuamos”, dijo la profesora; “debemos ver desde la plenitud que es una persona, por lo que es importante que cuidemos en nuestros diálogo, discurso privado y oficial, no dirigirnos de maneras peyorativas ni diminutivas a los demás”.

 

“Todos tenemos la obligación de ser incluyentes en el discurso y evitar sexismos y discriminaciones al momento de referirnos a un grupo o a persona”, recordó.

 

Sobre el uso de diminutivos en los contextos familiares, dijo que pueden usarse para expresar cariño. En cuanto a la academia, comentó que a los hombres se les llama por su grado académico y a las mujeres, frecuentemente, se les nombra por su nombre de pila, muchas veces empequeñecido, como Marthita, Lupita, etc.

 

Mancera Amezcua, quien se especializa en perspectiva de género en el ámbito jurídico, señaló que “se busca no calificar a la persona al expresarnos, sino reconocer las condiciones y posibles barreras que las rodea”. Por ejemplo, en vez de usar el término discapacitado, preferir el término persona con discapacidad.

 

Dijo que “no tenemos incorporado el impacto que tienen las palabras y los discursos”. Y, a manera de ejemplo, mencionó que en las acciones oficiales del gremio de la justicia sí se cumplen las leyes y los reglamentos, “pero en lo personal y privado seguimos escuchando el chistecito o el meme sexista, peyorativo o denostativo, misógino, en los pasillos”.

 

La investigadora en temas de rendición de cuentas y combate a la corrupción con perspectiva de género, dio a conocer que se puede consultar la jurisprudencia que norma estas discriminaciones, en el ámbito nacional, en la Ley General de Igualdad entre Mujeres y Hombres, y en el ámbito local en la Ley de Igualdad entre Mujeres y Hombres, donde marca que es una obligación del Estado para todas sus autoridades, desde el policía que va en bicicleta hasta quien gobierna el estado y dirige el país.

 

Para finalizar, la Dra. Mancera Amezcua recomendó evitar la discriminación y ser incluyente en los discursos cuando se trate de personas con condiciones que las ponen en desventaja, “hay que colocar la palabra persona antes de la condición o situación; separar la integridad humana de la calificación o circunstancia que estructuralmente les rodea; por ejemplo, usar personas en situación de discapacidad en lugar de discapacitados o inválidos”.

 

Otros ejemplos al respecto, dijo, son mujeres y personas con capacidad de gestar, personas con sobrepeso o con obesidad, personas privadas de la libertad, personas migrantes y personas en situación de movilidad humana.

 

La abogada Mancera recomendó conocer la Guía para usos de lenguaje inclusivo no sexista que realizó la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que se puede descargar desde el sitio: www.scjn.gob.mx.

 

Sobre el mismo tema, la directora del Centro Universitario para la Igualdad y los Estudios de Género (CUpIEG), Mayra González Flores señaló que el uso de diminutivos es común cuando se quiere denostar alguna situación o disminuir a las personas. Usarlos, dijo, “transmite la idea de que no es tan importante lo que hace la persona o es alguien que no es tan trascendente”.

 

Esta discriminación, añadió González Flores, podría identificarse cuando a dos personas con el mismo nivel académico o de jerarquías en una organización, se les refiere,a una por su nombre y a la otra en diminutivo; “en esta práctica vemos que conscientemente o de manera inconsciente se transmite la idea de que la otra persona está en una posición menor y la mayoría de las veces esto desfavorece a las mujeres”.