El jueves 9 y los miércoles 15 y 22 de marzo, a las siete de la tarde, Ruth Holtz dará conferencias gratis en la Casa del Archivo para celebrar sus 30 años como psicoterapeuta.
En 1993, mientras daba clases de filosofía en la Universidad Iberoamericana, luego de estudiar ella misma Filosofía y una maestría en Terapia Psicoanalítica, un profesor le dijo que si en verdad quería dedicarse a la psicoterapia “debes soltara a mamá universidad y trabajar de manera independiente, y si no la haces en unos tres o seis meses, mejor dedícate a otra cosa”.
Treinta años después, la psicoterapeuta Ruth Holtz, columnista también del periódico El Comentario, ha organizado un ciclo de tres conferencias en Casa del Archivo, con las que quiere celebrar tres décadas de trabajo, de ayuda, de búsqueda y de coincidencias vitales.
Este jueves 9 de marzo hablará de “La psicoterapia como herramienta para crecer”, el miércoles 15 de este mismo mes de “Los objetivos trascendentales de la psicoterapia” y el miércoles 22 de “Mis experiencias como psicoterapauta”. Todas las charlas son gratuitas y darán inicio a las siete de la tarde.
En entrevista, compartió que estos treinta años se le fueron como agua, “eso ocurre cuando aquello a lo que te dedicas es tu vocación, cuando sientes pasión por lo que haces; es como si yo también hiciera terapia y hubiera vivido un gran proceso con cada una de las personas que he conocido; no sólo les he ayudado, sino que ellas me han dejado una sabiduría que no viene en ningún libro”.
Uno de esos conocimientos que no vienen en los libros, dijo, y que ha aprendido sobre la marcha es el de coincidencia vital, que hace referencia a las circunstancias que existen entre las personas que la consultan y lo que ella misma está viviendo en lo personal, “así que tenía el compromiso de avanzar en mi propio proceso interno para tener la capacidad de darle la mano a una persona que estaba unos dos pasos atrás de mí”.
Desde joven se interesó por las preguntas importantes, por conocer la esencia del ser humano. Eso la llevó a estudiar Filosofía en la Ibero. Cuando comenzó a dar clases, también de Filosofía, se dio cuenta de que a muchos de sus estudiantes no les interesaba su búsqueda, y para captar su atención quiso estudiar actuación. En el grupo de teatro al que entró tuvo la suerte de recibir clases de bioenergética; esa experiencia la llevó al Centro Eleia, donde entró en contacto con las ideas de Wilhelm Reich, considerado por muchos psicólogos un disidente.
Tras el reto de su profesor, comenzó a trabajar como terapeuta en la Ciudad de México alrededor de once años; luego vino a Colima un tiempo y de aquí se fue unos dos años a Cuernavaca, Morelos. Después regresó a Colima para criar con mayor libertad y seguridad a su hijo. En todo este tiempo también se dedicó a la escritura, que ha sido, desde la juventud, otra de sus pasiones. Siempre ha querido escribir y publicar libros
Una de sus profesoras, en otro momento de su formación, le dijo una frase que hasta ahora la sigue acompañando y sirviéndole de guía: “ser psicoterapeuta es un modo de vida”. Eso, recuerda, “se me grabó tanto, porque lo que hago es un modo de vida, no sólo cuando escribo o doy una consulta, sino que miro la vida como una oportunidad de crecimiento”.
En Colima, compartió, ha encontrado gente receptiva a sus propuestas terapéuticas, por lo que las tres conferencias son para celebrar sus treinta años como terapeuta y compartir, de manera sintetizada, sus aprendizajes. En la primera hablará de las herramientas que da la psicoterapia para crecer, no para sanar, porque las y los consultantes no están enfermos, dice. En la segunda se enfocará en la idea de que la psicoterapia no es sólo para desahogarse, para solucionar algún dolor, sino para ir más allá, para dejar de ser víctimas, por ejemplo, y aprender a fraguar el carácter o buscar un camino espiritual.
En la última conferencia comentará más sobre la coincidencia vital, “aunque es muy complicado compartir esto, porque no puedo ventilar abiertamente algunas historias”. Aquí abordará también las ideas de Bion Wilfred sobre la conexión emocional, que él llama rêverie; “cuando logro esa conexión y hago clic con una persona en una terapia, sé que puedo ayudarla; si no se da, prácticamente es como si yo tratara de coser el agua con una aguja; esto es cosa de dos, pues no es casualidad que una persona llegue a mí, llega cuando yo también estoy lista para aportarle algo”.
En este sentido, dijo finalmente, uno de los problemas actuales que vivimos como seres humanos es el de no hacer conexión con los demás, sino nada más con el celular; “eso vuelve superficiales las relaciones; luego las personas se encuentran solas y tienen que estar oyendo música con sus audífonos o distrayéndose con su dispositivo; esto despersonaliza y reduce la conciencia; tal vez eso es estratégico, porque si descubres tu conciencia y entiendes que si la haces crecer te da el poder de cambiar todo, sólo porque lo predicas como un Dios creador, pues sería muy peligroso”.
Por último, a las y los jóvenes en formación les recomendó que se enamoren menos de su dispositivo y más de la gente con la que pueden conectar; “la otra es que si te vas a dedicar a algo, que sea realmente tu vocación, no sólo elegir lo que te va a dar más dinero, porque cuando caminas un camino de corazón, con amor, la verdad es que no hay obstáculo que no se pueda vencer, y ahí está tú tu satisfacción, tu premio; en el caso de la psicología, no clavarse tanto en las escuelas y las fórmulas sino en la búsqueda interior, porque allí está toda la riqueza”.