*Este proyecto se basa en la simbiosis entre las raíces de una planta y un hongo, lo que podría reducir el uso de fertilizantes sintéticos.
Con el propósito de obtener microorganismos benéficos del suelo con potencial de uso como biofertilizantes a partir de hongos micorrízicos, la Dra. Herminia A. Hernández Ortega, académica de la Facultad de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (FCBA), en el campus Tecomán, desarrolla la investigación “Generación de biofertilizantes para minimizar el uso de fertilizantes sintéticos y contribuir a la recuperación de la fertilidad del suelo”.
El término micorriza, del griego mycos (hongo) y rhizos (raíz) define la relación de simbiosis entre plantas que se benefician de forma mutua. La planta recibe nutrientes minerales y agua del hongo y el hongo recibe de la planta hidratos de carbono y vitaminas que él no puede sintetizar.
En entrevista, Herminia Hernández explicó que este trabajo se basa en la formación de micorrizas (simbiosis entre raíces de una planta y un hongo que actúa como fertilizante): “Estos hongos proporcionan múltiples beneficios al cultivo, desde toma de nutrientes y agua hasta protección contra plagas y enfermedades, e incluso tolerancia a sequía y altas temperaturas (siempre y cuando estos hongos provengan de suelos o plantas adaptados a estas condiciones)”.
Informó que esta línea de investigación está en su primera etapa y que ya se ha trabajado el aislamiento de esporas de hongos provenientes del suelo de limón. Después de propagarlas en invernaderos con plantas de sorgo, pasto y maíz, se evalúa su capacidad de infección en cultivos como papaya, pepino, tomate e incluso ornamentales (musa blanca= Mussaenda philippica), medicinales (planta de Vaporub) o especies silvestres (tomate cherry bonsai y uchuva).
Expuso que los porcentajes de colonización (espacio de acción del hongo en la raíz de la planta) van de 20 a 80 por ciento, dependiendo de la planta a la que se le inocule o la cantidad de esporas aplicadas; además, continuó, se da un incremento en el crecimiento de las plantas, sobre todo en las raíces: “Estos resultados se obtuvieron con apoyo de estudiantes de licenciatura que realizan seminario de investigación”.
Hernández Ortega precisó que actualmente se evalúan hongos provenientes de la rizosfera (parte del suelo próxima a las raíces de la planta, que puede extenderse entre cinco y 30 centímetros de la superficie hacia el interior del suelo) de nopal, adaptada a condiciones donde la disponibilidad de agua es limitada.
“Ya se tienen hongos en propagación para realizar la identificación morfológica de las especies asociadas a esta planta. Además, se evaluó su capacidad infectiva o de asociación en papaya, pepino, tomate y tomate de cáscara; en fechas próximas se probará en chile habanero, serrano o especies silvestres, y sobre todo en cultivos que pasen por etapa de semillero para que los efectos de los hongos sean mayores o representativos cuando se trasladen al campo”, explicó.
También expuso que la evaluación en campo es la siguiente etapa del proyecto, para después generar productos de calidad para los productores: “En esta etapa, la colaboración con el sector productivo es fundamental no sólo para el quehacer académico y científico, sino también para que los productores tengan alternativas que les permitan producir con calidad sin verse afectados por escasez de agua o por aumento en el precio de fertilizantes”.
Por último, agradeció la participación de al menos diez estudiantes de Servicio Social Constitucional y dos tesistas del programa Ingeniero Agrónomo, quienes participaron en el desarrollo de la primera etapa del experimento.