Expone Juan Carlos Yáñez diez ideas para cambiar la escuela

*“La nuestra es profesión de una generosidad extraordinaria, en la medida que damos no somos más pobres sino que vamos ganando, somos más ricos, generosos y mejores personas”, expuso.

En videoconferencia, el profesor-investigador Juan Carlos Yáñez compartió con los y las asistentes a las Jornadas Académicas 2022 que organiza la Universidad de Colima para capacitar mejor a sus docentes, “Diez ideas breves para cambiar la escuela”, aclarando que no son para cambiar el sistema educativo en México, sino la escuela en la que cada quien imparte clases.

La primera idea es: “más escuelas, menos aulas”, que consiste en romper el aislamiento de los salones de clases y entender que en el aula ocurren los procesos más importantes, pero que todo el entorno de la escuela educa: “Implica romper el aislamiento entre profesores, trabajar en conjunto y repensar los planes de estudio; la organización escolar debe ser más flexibles y enriquecer la atmósfera total de la escuela”.

Para desarrollar la segunda, “más estudiantes, menos alumnos”, citó al catalán Jorge Larrosa, quien dice que la condición de alumno es formal y administrativa, y los estudiantes lo son cuando se comprometen, cuando asumen una postura activa, comprometida: “La de estudiante es una condición existencial, no son estudiantes de siete a doce o de dos a seis de la tarde, entiendan que su formación es más completa, más profunda”.

La tercera, “más actividad relevante, menos instrucción”, considera que el aula no es propiedad de un profesor de materia; implica trabajo en equipo en el salón y más actividad relevante: “La escuela no es un espacio para hacer cosas sino para el aprendizaje, es para aprender cosas, no para ir a hacer cosas”.

“Más aprendizaje, mejor enseñanza” habla de dos procesos distintos que no están conectados en automático, pues el profesor puede explicar una cosa y el estudiante entender otra: “En la escuela, el aprendizaje no tiene que ser sustituido por la enseñanza; aprender no necesariamente es fácil y divertido, ni tenemos porqué hacerlo fácil, porque hay aprendizajes que implican rigor y exigencia”.

En “Más profesores, más personas”, la quinta idea, dice que nadie discute que los alumnos son distintos, pero no todo mundo acepta que los profesores también lo son; por lo tanto, continuó, “necesitamos y merecemos ser tratados de forma distinta, pues los profesores cada año somos más viejos y los alumnos cada año tienen la misma edad. Un profesor del último año de universidad, que empezó su docencia a los 25, a los 35, a los 45 o a los 55, va a seguir trabajando con jóvenes de 21 o 22 años. La madurez, sabiduría y tolerancia no siempre vienen acompañados con él; entonces, debemos considerar cómo hacer para que la escuela trate distinto a los profesores y aproveche a cada uno”.

“Más escuchar y menos hablar” argumenta que “los profesores más extraordinarios son aquellos que influyen positiva, sustancial y sostenidamente en la forma de pensar, sentir y actuar de los estudiantes. Por otro lado, ‘más comunicación’ enfatiza que la educación es un proceso dialógico que requiere la comunicación entre maestros y estudiantes”.

“Más academias, menos burocracia” indica que las oficinas de planeación tienen que escuchar lo que sucede en las escuelas, laboratorios, pasillos, cafeterías: “La burocratización es un problema de muchos años en este país, no somos el monopolio de la burocratización, que ocurre en países tan distintos como Japón o Suecia; esto no quiere decir que nos tenemos que conformar, pero tenemos que trabajar más en lo esencial y menos en lo formal; nos tiene que importar más lo que enseñamos y lo que aprenden”.

“Más evaluaciones, menos examinación”, la octava idea, afirma que “la evaluación es un puente entre la enseñanza y el aprendizaje a través del diálogo del profesor con las evidencias del aprendizaje, del diálogo con los otros profesores y con los propios estudiantes”.

Para “más pedagogía y tecnología con sentido” citó a Steve Jobs, “uno de los mayores revolucionarios de la tecnología en estos tiempos. Él decía que si alguien tiene clara la importancia de la tecnología soy yo, pero en la escuela lo más importante sigue siendo el maestro, porque la tecnología sin un proyecto pedagógico puede conducir a lo que algunos denominan el ‘embrutecimiento’ tecnológico”.

También dijo que los programas de formación docente son importantes y que el primer sujeto es el docente, pero no en solitario sino en colectivo; “tenemos que aprender a escuchar, hablar lo indispensable y escuchar no sólo el verbo de los estudiantes sino los silencios, gestos. No se educa sin emoción; sin ella podemos educar algunas cosas, pero contagiaremos frustración, desánimo”.

Por último, dijo que los profesores tienen que reinventarse y aprender juntos: “La nuestra es profesión de una generosidad extraordinaria; en la medida que damos no somos más pobres sino que vamos ganando, somos más ricos, generosos y mejores personas”.