El presidente AMLO declaró que, si no resolvía pronto el grave problemas del desabasto de los medicamentos, dejaba de llamarse Andrés Manuel López Obrador. Yo creo que ese problema no se va resolver pronto y AMLO debería de someter a consulta para que la gente escoja cual será su nuevo nombre, puede ser Benito, por Juárez, o Francisco, por Madero.
Apenas están comprando los medicamentos para el 2022, ya en pleno diciembre, cuando antes se hacían los contratos en agosto, para que estuvieron disponibles a partir de enero. Lo más seguro es que en los primeros meses del 2022 haya escasez de medicamentos y el problema continùe por no adquirirlos a tiempo.
La amenaza de que el desabasto de medicamentos empeore en el primer semestre del año entrante es real y preocupante.
Al presidente le queda claro que èste es uno de los grandes problemas de su administración, tan grave que es la primera vez que reconoce que existe un problema no resuelto en su gobierno y que, además, genera pérdida de vidas humanas.
Alguien debe explicar al presidente que la escasez de medicamentos es producto de la inexperiencia, la torpeza e, incluso, la corrupción de un importante número de sus colaboradores.
En 2020 el IMSS no surtió la totalidad de 16 millones de recetas.
El problema no reside solamente en la compra masiva e indiscriminada de medicinas, sino que pasa también por las deficiencias de la distribución, de los inventarios de las instituciones.
Toda la política gubernamental para la adquisición de medicinas ha sido una secuencia de fracasos, desde la centralización de todas las compras en la oficialía mayor de Hacienda, hasta la desconfianza del presidente en que la burocracia del IMSS se encargue de las compras.
Jorge Alcocer, Secretario de Salud, anunció que se modificará la logística para la distribución de medicinas en los estados. Alcocer detalló que sólo el Insabi ha entregado 53.8 millones en los almacenes estatales y de ellas, 33 millones, el 61 por ciento, han sido “comprobadas” por los estados, en donde se atora el reparto a los hospitales. El pasado 12 de octubre, Alcocer admitió retrasos en la entrega de medicamentos a las farmacias hospitalarias y lo atribuyó, en parte, a la lentitud de los estados para notificar la recepción de piezas en los almacenes, en donde suelen perderse o caducar, debido a la falta de control de las autoridades locales.
El 18 de octubre, la Secretaría de Salud informó que había entregado sólo 29 por ciento de los casi 551 millones de piezas de fármacos e insumos adquiridos hasta entonces en todo el sector.
Insabi, en su comunicado del pasado viernes 12 de noviembre informa que, de enero a junio de 2022, los contratos firmados por la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), “contemplan la entrega de 326 millones de piezas, la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma), reveló que el consumo mensual de medicamentos en los servicios de salud del sector público es de 150 millones de piezas.
Lo contratado mediante UNOPS para cubrir el primer semestre de 2022 solo alcanzará para un poco más de dos meses. Lo informado por el Insabi de que de enero a octubre de este año se entregó a los operadores logísticos poco más de 221 millones, signfica que esa cantidad no sirvió siquiera para dos meses de este año.
El desorden imperante en las compras públicas de los medicamentos y graves insuficiencias en la distribución, se originó cuando el gobierno de la 4T, argumentando grave corrupción, decidió acabar con el mecanismo de compras consolidadas de los servicios públicos de salud que coordinaba el IMSS. Se sustituyó entonces por compras directas de Hacienda, mediante la Oficialía Mayor.
Con ese primer ejercicio de compras directas solo se garantizó 40% de las claves y 60% quedó desierto. Se optó por recurrir a la UNOPS, que no solo retrasó un año el proceso de compra, sino que solo ha garantizado el 50% de las medicinas solicitadas.
Otra vertiente, la de la distribución, los hoy llamados operadores logísticos que ha contratado el gobierno, entregan los medicamentos en las grandes ciudades, pero lo que se requiere es que lleguen a todas las clínicas.
Las medicinas requieren de sistemas logísticos que incluyen almacenes robóticos y transportes con cámaras de refrigeración.
El presidente Andrés Manuel López Obrador colocó la distribución de medicamentos en manos de militares.
La intención es que los fármacos lleguen a tiempo a los almacenes de los estados y garantizar que estén disponibles en farmacias de las clínicas y centros de salud, para poner fin a la crisis de desabasto.
El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró ayer que la crisis en la distribución de medicamentos del sector salud ha sido producto de un sabotaje.
Reconoció que se trata de compañías privadas que no cumplieron con los contratos para llevar las medicinas a los estados y centros de salud.
La falla pudo ser provocada por la ineficiencia de los particulares, pero también advirtió sobre un sabotaje al Gobierno que dio por terminados los contratos millonarios con farmacéuticas que se habían beneficiado de los esquemas casi monopólicos operados por pasadas Administraciones.
“Entonces, ya compramos, pero tenemos que crear también la distribuidora, porque desmantelaron todo; entonces, compraban los medicamentos y también contrataban la distribución de los medicamentos”.
“Ahora que compramos los medicamentos, los primeros que llegaron se quisieron distribuir con empresas particulares. Pues no los distribuyeron, ya sea por ineficiencia o por sabotaje. Entonces, se acabó”. Justificó su decisión de asignar la tarea de distribución de los medicamentos a las Fuerzas Armadas, que a través de elementos, vehículos terrestres y aeronaves, se han asegurado de hacer llegar las vacunas para prevenir el Covid-19.
En su tercer informe el pasado 1 de diciembre sobre este problema AMLO declaro:
“Garantizar la salud pública ha sido todo un desafío. La corrupción en el sector salud llegó al extremo de que antes un pequeño grupo de proveedores de medicinas, entre los que se encontraban políticos del viejo régimen, vendían medicinas no solo a precios exagerados, sino incluso adulteradas o de bajísima calidad”.
“Así como lo hicimos con las vacunas, en enero se iniciará un plan general de distribución de medicamentos, apoyado por las Fuerzas Armadas con transporte terrestre y aéreo para hacer llegar las medicinas hasta los centros de salud y hospitales más apartados del país”.
Son ya tres años y a ninguna empresa farmacéutica que le han surtido medicamentos al gobierno en el pasado o en el presente, se les ha acusado formalmente de algún acto de corrupción y lo mismo se puede decir de los distribuidores.
Este problema le preocupa y le angustia al presidente AMLO, y desesperado pregunta ¿Por qué las papitas y los refrescos llegan a todos los rincones del país y las medicinas no?
La respuesta es sencilla: porque no la distribuye el gobierno, por eso hay una distribución eficiente, las papitas y los refrescos están en todo el país porque los empresarios tienen recursos humanos y materiales suficientes para que eso ocurra y los equipos de distribución no los cambian sexenalmente.