Miguel Hidalgo y Costilla es llamado el “Padre de la patria”, pero también podría ser considerado el “derrotado Padre de la patria”, en especial cuando nos acercamos con un poco más de cuidado a un personaje condenado más bien al mármol y al bronce, explica el escritor y ensayista José Luis Trueba Lara, autor del libro Hidalgo. La otra historia (Océano, 2021).
“Cuando uno se asoma con un poco más de cuidado, las cosas se empiezan a poner todavía más raras: pareciera que, en septiembre de 1810, a la gente le dio una epidemia de patriotismo y salieron a matar gachupines como desaforados y 11 años después nos volvimos país. Ese es el discurso resumido y allí, Hidalgo aparece como un ilustrado, como un hijo de la enciclopedia… Vamos, todas las calles de Polanco las pone él en escena. El único problema es: ¿de verdad era así?”.
A partir del cuestionamiento sobre si hay un hombre tan puro y tan maravilloso detrás de la figura del personaje, Trueba Lara se dio a la tarea de buscar a este otro Hidalgo y lo primero que llegó a sorprenderlo, sobre todo cuando leyó a los contemporáneos del personaje, proindependentistas y conservadores: es que “todos hablan pestes de él”.
“Es conocidísimo que Lucas Alamán dice cosas horribles, pero Bustamante, el inventor del mito del Pípila, no deja títere con cabeza con él. Servando Teresa de Mier le pone en la torre y Lorenzo de Zavala tampoco lo deja en paz. Curiosamente, sus contemporáneos desconfiaban y lo miraban mal”, asegura el autor de obras como Malinche, Moctezuma, Garra de Jaguar o Pronto llegarán los rojos.
En ese sentido, el narrador está convencido de que “los grandes héroes nuestros son siempre los derrotados, tenemos una fascinación mórbida por la derrota”, por lo cual preferimos a Cuauhtémoc, cuando muchos autores de la época apenas si lo mencionan. Incluso, Allende hablaba bastante mal de Hidalgo: se refiere a él como el cura bribón.
“No andaba tras el bronce, ni tras el malvado. Me interesan las personas que están atrapadas en la realidad y no nos queda más remedio que vivir con ello. Hidalgo no sólo es ilustrado, sino el cuate que convive con los indígenas y estoy seguro de que hacía suyas parte de las cosas que flotaban en el ambiente: este Hidalgo, con todas estas peculiaridades había que rescatarlo, porque eso te permite tratar de atrapar al ser humano”, enfatizó José Luis Trueba Lara.
La idea del escritor fue construir la historia de Miguel Hidalgo visto de la manera en que lo veían en el siglo XIX, hace 200 años. Para eso, José Luis Trueba Lara decidió escribir la novela a partir de la voz de Allende: “no está visto desde la perspectiva de sus cuates, sino de su rival más cercano, de aquel que fue su amigo, que se la jugó con él, por lo menos los primeros meses del movimiento, y después va a lograr que lo encarcelen y le quiten el mando”.
CON INFORMACIÓN DE MILENIO