Dispuestos para las batallas por la Independencia o la defensa de nuestro país contra la invasión francesa o la estadounidense, los cañones que custodia el Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, son verdaderos trofeos de guerra, testimonios de cruentos enfrentamientos librados a lo largo del siglo XIX, los cuales, hoy, gracias a la investigación de historiadores Thalía Montes Recinas y Eder Gallegos Ruiz, van revelando parte de su pasado.
Ambos abordaron el acervo de cañones del recinto adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el ciclo “Secretos de una colección”, a través del cual el público ausente de sus salas —dadas las actuales medidas sanitarias— puede adentrarse en sus tesoros. En esta ocasión tocó el turno a esa pieza hueca y larga, a modo de caña, símbolo de la artillería.
Esta colección, como indicó la investigadora Thalía Montes Recinas, asciende a cerca de 15 ejemplares, provenientes originalmente del Museo Nacional de Artillería, el cual tuvo por sede el edificio de La Ciudadela, inaugurado en 1878, y que abrió sus puertas al público en 1901. No obstante, sus colecciones aumentaron a partir del gobierno de Manuel González (1880-1884), quien creó la Comisión de Auténticas de Trofeos de Guerra.
Dicha comisión, compuesta por grupos de militares que participaron en distintas defensas del país, tenía la consigna de reunir, autenticar y trasladar a ese espacio, objetos de interés para la educación marcial y que, a su vez, tuvieran un vínculo con algún hecho o personaje histórico. Así, estas piezas sumaban este valor al nivel tecnológico del armamento al que representaban.
En 1916 Venustiano Carranza determinó el cierre de La Ciudadela, de modo que el museo y su colección: cañones, armas, indumentaria militar, insignias, etcétera, encontraron lugar en el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, el cual se ubicaba a un costado de Palacio Nacional, gracias a que el historiador Luis Castillo Ledón y el pintor Gerardo Murillo “Dr. Atl”, consiguieron espacio tras el traslado de la imprenta que había en el museo, a la ciudad de Orizaba, en Veracruz.
Para 1944 ese acervo se mudaría al otrora Colegio Militar, el Castillo de Chapultepec, el cual es, en sí mismo, un museo de museos, pues revela distintos esfuerzos “de hacer un museo nacional para la educación militar, y luego para el público en general”, explicó Thalía Montes en la conferencia transmitida por INAH TV, en YouTube, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
El cañón más antiguo bajo resguardo del MNH, es una bombarda del siglo XVI, mandada a traer por Porfirio Díaz desde Veracruz. Sobresalen aquellos utilizados por los insurgentes, como el “Cañón Morelos”, utilizado posiblemente en los fuertes de los puertos, como el de San Juan de Ulúa; y otro más con la inscripción: Para defender la fe, la pureza de María Santísima, de 1811.
También los hay pequeños como el denominado “El Niño” y un obús con la leyenda “Fábrica de Chapultepec, agosto de 1862”, testigo de la Intervención Francesa. Destaca la serie de elementos dispuestos en la herrería del Castillo de Chapultepec, cuando era Colegio Militar (cerrado en 1916), la cual evoca al combate con cañones, señaló la especialista.
Un cañón de Chapultepec al otro lado del mundo
En su intervención, el historiador especialista Eder Antonio de Jesús Gallegos Ruiz, habló de Chapultepec como el sitio donde, probablemente, surgió la primera fundición de cañones de gran calibre del país en los inicios del siglo XVII, un tema a debate en la historiografía actual, del cual ha investigado.
Por correspondencia del virrey Gaspar Zúñiga Acevedo (1595-1603), consultada por el investigador en archivos de España, se sabe que el establecimiento era conocido como El Cercado de Chapultepec. Ahí, bajo la supervisión de Cristóbal Gudiel, y a cargo del fundidor genovés Francesco Rosso, se fabricaron cañones de bronce, una aleación de cobre (proveniente de las minas de Inguarán, Michoacán) y estaño.
Los cañones fundidos en Chapultepec eran trasladados al Fuerte de San Juan de Ulúa para defender las costas de Veracruz, así como a Acapulco, donde se embarcaban en el Galeón de Manila.
Un dato proporcionado por el anticuario Rodrigo Rivero Lake, indica que un cañón de la colección del Museo de Chennai, actual Ciudad de Madrás, India, lleva la leyenda Chapultepec y “San Pedro”. Cabe mencionar que, para el siglo XVII, era común que las piezas llevaran nombres de santos católicos.
De acuerdo con Eder Gallegos, maestro en Historia de América Latina por la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, España, lo anterior tiene una explicación en la propia cédula que acompaña al cañón. Este debió ser tomado por el capitán de la armada británica, William Drapper, durante la captura que hizo de Manila, entre 1762- 1764, por lo que cabe recordar que Filipinas fue parte del virreinato de la Nueva España, cuya capital era la Ciudad de México y, por ello, quizás, algunos de los cañones fabricados en Chapultepec fueron embarcados en la conocida Nao de China.
Fue así que el cañón “San Pedro” devino en trofeo de guerra y se llevó a India, entonces colonia británica, para instalarlo en el Fuerte de Saint George, en Madrás, sede de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales: “Sería necesario contactar con el Museo de Chennai para corroborar el origen de esta pieza. Esto en el marco de los procesos históricos globalizantes, pues estamos hablando, literalmente, del otro lado del mundo. Hasta allá resuenan los ecos de Chapultepec”, concluyó.