*La investigadora de la Universidad de Guadalajara dictó conferencia en el marco de las Jornadas Académicas 2021 de la UdeC.
Para la investigadora y docente Julieta Ramos Loyo, es importante reconocer las emociones, porque nuestra vida social se basa en un reconocimiento apropiado de las expresiones emocionales manifestadas a través del rostro y el cuerpo; “al modificar nuestra conducta con base en la emoción del otro, nos adaptamos mejor; si lo que le digo genera enojo, tristeza o miedo, y me doy cuenta, puedo modular mi conducta para mejorar la relación y evitar problemas”, comentó.
Julieta Ramos, académica de la Universidad de Guadalajara, impartió la conferencia “Cómo aprendemos a reconocer las emociones”, en el marco de las Jornadas Académicas 2021 de la Universidad de Colima. Ella definió las emociones, citando a Antonio Damasio, como “un conjunto complejo de respuesta fisiológica y conductual ante eventos externos o internos, que dependen de la activación de ciertos sistemas cerebrales”.
El reconocimiento de las emociones, comentó, tiene que ver con el funcionamiento social óptimo y se asocia con el éxito académico, social, y con una buena regulación de la conducta y las propias emociones; “cuando hay disfunción en el reconocimiento emocional, se puede presentar agresividad, dificultad de interacción social y deserción escolar. Esto se ve más en niños que en adultos”.
Resaltó que el aprendizaje en general depende en gran medida de la motivación del estudiante (niño, adolescente o adulto), ya que si le interesa lo que estudia tendrá una actitud positiva y eso facilitará su atención durante el proceso de aprendizaje; “hay una interacción importante entre motivación y emoción; las emociones pueden ser un motivador de la conducta”.
Explicó que el rostro expresa información sobre el sexo, la edad, raza, identidad y emoción de las personas; “reconocer emociones también nos permite tener empatía, que consiste en compartir la capacidad para responder a las emociones de otro y también tomar perspectiva; es decir, ponernos en su lugar”. Agregó que el contacto visual, las expresiones faciales y corporales y la entonación emocional son esenciales en este tema.
En su investigación del reconocimiento emocional en el cerebro, compartió, primero estudió la especialización hemisférica, “ya que cada hemisferio se asocia con una manera de procesar la información; el izquierdo tienen que ver con la lógica y el derecho realiza un procesamiento global del espacio”.
Así pues, continuó, “no nacemos reconociendo emociones; al igual que hablar, también aprendemos a reconocer emociones. Sin embargo, pocas veces nos preguntamos cómo aprendemos a reconocerlas y qué tan bien lo hacemos”.
En este sentido, relató que un experimento en niños de primaria reveló que éstos reconocieron primero la alegría y tardaron en reconocer el enojo y la tristeza. Además, dijo, “la culpa, vergüenza y orgullo son emociones complejas y su reconocimiento es mucho más difícil; de hecho, los niños no las pueden comprender”, añadió.
Julieta Ramos dijo que la pandemia ha suscitado incremento de ansiedad, tristeza, dolor, depresión, inquietud, irritabilidad, agresión, inestabilidad, enojo, apatía y falta de motivación; “los estudiantes, por lo tanto, se encuentran desmotivados, les cuesta trabajo poner atención. Cuando los tenemos en el salón de clases podemos ver su expresión, si entienden o no, si están interesados, su motivación y actitud, pero en la situación actual no sabemos qué les sucede porque están del otro lado de una pantalla”.
En términos generales, finalizó, las mujeres reconocen mejor las emociones que los hombres; les dan más importancia y tienen más palabras para expresarlas”.