El arte rupestre es una de las expresiones culturales más antiguas del ser humano, preservado en distintas geografías de nuestro país tanto en forma de pinturas sobre abrigos rocosos como en petrograbados. No obstante, estas manifestaciones, así como abundantes y pletóricas de significados sobre nuestro pasado remoto, hoy atraviesan por distintas problemáticas de conservación.
Con miras al análisis de tal situación y a la difusión de novedosos proyectos de estudio en la materia, desde el próximo lunes 25 y hasta el viernes 29 de enero, se realizará el II Coloquio Virtual ‘Boca de Potrerillos’ sobre investigación, conservación, protección y gestión de sitios con manifestaciones gráfico-rupestres.
Organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del Centro INAH Nuevo León, este foro de acceso libre se transmitirá por el canal de INAH TV en YouTube, y presentará 30 trabajos desarrollados por más de 40 investigadores.
El organizador del encuentro académico, Moisés Valadez Moreno, informó que la mayoría de las ponencias abordarán casos de estudio en Nuevo León, Chihuahua, Sinaloa, Coahuila, Sonora y otras regiones de México, y también se contará con el enlace de dos investigadores de España y la exposición sobre un sitio patrimonial argentino.
Cabe anotar que tan solo en Nuevo León se tienen registrados más de 500 sitios gráfico-rupestres, y algunos de estos, a su vez, pueden alojar miles de manifestaciones. La Zona Arqueológica de Boca de Potrerillos contiene más de 15 mil petrograbados, mientras el llamado Complejo Icamole, tiene más de cinco mil.
En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el arqueólogo adscrito al Centro INAH Nuevo León, señala que entre las mayores problemáticas que hoy enfrentan los sitios gráfico-rupestres están: la protección de los mismos ante el desarrollo de megaproyectos, comúnmente de tipo carretero o energético; y el daño ocasionado a las pinturas rupestres y a los petrograbados a manos de terceros.
Sobre este último fenómeno, visto recientemente en el caso de una serie de pinturas rupestres vandalizada en Mitla, Oaxaca, Valadez Moreno señala una correlación del mismo con el auge de las redes sociales en las últimas décadas: “Una persona que visita turísticamente un sitio rupestre hace pública la ubicación del mismo, comúnmente en lugares que no están adaptados para la visita y donde es complejo tener una vigilancia continua.
“Por supuesto que no estamos prohibiendo la visita a los sitios. Creemos que alguien que camina varios kilómetros en parajes a menudo agrestes para ver una pintura rupestre, no tiene la intención de dañarla pero, desafortunadamente, hay terceros que lo único que quieren es dejar evidencia de su presencia en estos lugares”.
La cuestión, subraya, es que las pinturas rupestres y los petrograbados “son activos no renovables y recursos únicos de investigación científica”, a menudo vulnerados por el impacto de las pinturas en aerosol o por percusiones malintencionadas sobre la roca.
En este sentido, el investigador refiere que cualquier acción de concientización desde el INAH u otra esfera de autoridad, debe invitar en vez de restringir: “Si prohíbes, hay una sección de la población que lo asocia con el reto a infringir las normas, por el solo hecho de hacerlo”.
Valadez Moreno considera a las redes sociales como vías desde las cuales se pueden generar mayores contenidos que difundan la trascendencia cultural y la fragilidad de estos contextos, a fin de que más gente conozca tales temas antes de pensar en generarles algún daño.
Como ejemplo, dijo, está el propio coloquio virtual, donde el público podrá conocer los recientes trabajos realizados en la Zona Arqueológica de Boca de Potrerillos, como los relacionados con la adaptación del sitio a la nueva normalidad marcada por la pandemia de la COVID-19, y las investigaciones hechas en 2020 por expertos de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, quienes mediante un magnetómetro identificaron más de 20 puntos con probables fogones antiguos, los cuales una vez explorados podrían arrojar datos acerca de la milenaria presencia humana en el lugar.
Otro caso que se presentará, concluyó el experto, es el de la Cueva Ahumada, un abrigo rocoso nuevoleonés donde el INAH, desde 2015 y por medio de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, realiza temporadas anuales de evaluación y conservación de las antiguas manifestaciones, logrando hasta ahora el retiro de más de mil grafitis.