El demócrata Joe Biden conquistó, tras un lento recuento, una vital victoria en Michigan y así se llevó los 16 votos del estado en el Colegio Electoral.
Michigan era uno de los estados claves en la elección presidencial 2020. Donald Trump había ganado aquí a Hillary Clinton en 2016 por menos de 10,700 votos.
Michigan, uno de los estados del llamado Rust Belt, (Cinturón de Óxido, en español), nombre que refiere al corazón industrial de Estados Unidos actualmente ‘oxidado’, un arco que va desde el interior de Nueva York hasta estados del Medio Oeste, como Ohio e Indiana.
El estado votó por candidatos presidenciales republicanos desde 1972 hasta 1988, pero empezando en 1992 con Bill Clinton, ha elegido siempre demócratas, siendo parte del llamado ‘blue wall ’, (muro azul) en referencia al color de los demócratas, una racha que Trump rompió hace cuatro años. Michigan fue el estado en el que más ajustado ganó Trump en 2016 (menos del 0.2%).
La automatización y la relocalización de puestos de trabajo industrial ha golpeado a Michigan desde los años 70 y fue el único estado que perdió población, según el Censo de 2010, por lo que perdió votos en el Colegio Electoral.
Ese desgaste de la industria y la frustración que genera en la clase trabajadora explicaron en 2016 parcialmente el triunfo de Trump en este estado, quien prometió “llevar esos trabajos” otra vez al antiguo cinturón industrial.
Sin embargo, sondeos previos a las elecciones mostraron en el estado que el apoyo a Trump había disminuido en estos años en general, y entre la clase trabajadora blanca sin educación superior, que conforman una buena porción de su base de votantes.
Biden, por su parte, puede explicar su ajustada victoria en Michigan de esta elección presidencial con el apoyo de sectores de la clase trabajadora. Como vicepresidente de Obama, Biden fue uno de los impulsores de los rescates financieros a la industria automotriz que recuperaron, salvaron y crearon miles de empleos.