*“La comunicación está viciada; no se pueden dar razones reales, sino falacias, imágenes, estereotipos, voces. Hemos suplido el lenguaje y la información por un montón de situaciones y cosas que invitan a agredir”: Benjamín Panduro.
Que la filosofía ayude a reivindicar el valor de todas las vidas, incluso aquellas que son consideradas desechables en estos días de pandemia, propuso la Doctora Georgina Aimé Tapia González, directora de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Colima, durante el ejercicio de reflexión colectiva llamado Café Filosófico Colibrí, que antes se realizaba en parques y lugares concurridos y esta vez fue a distancia.
Este café, donde participan alumnos y maestros, tiene como uno de sus propósitos mostrar la utilidad de la filosofía en la vida cotidiana. En este caso, la reflexión se centró en torno a idea de la filosofía como una herramienta útil para transitar hacia la llamada nueva normalidad. El tema fue “Filosofía y pandemia”.
Aimé Tapia dijo que durante esta pandemia “se pretende legitimar un discurso en el que hay personas que merecen llorarse y otras no, vidas que no importan y que están en la precariedad. Estamos regresando al darwinismo, donde sobrevivirá el más apto”.
De acuerdo con ella, la filosofía debe denunciar esta situación y trabajar además en reivindicar el valor de todas las vidas, incluso aquellas que están siendo consideradas como desechables. “La filosofía, a mi juicio, debe salir a defender la dignidad de todas las vidas humanas y erradicar este discurso peligroso que se está difundiendo, porque la filosofía es el lugar donde se defiende la razón plural construida sobre la ética del bien común”.
Propuso, a la manera de Epicuro, recuperar el significado de la filosofía como un jardín y explorar todas sus dimensiones éticas y políticas; “podemos ampliar los límites de nuestro jardín, como decía Voltaire, y nuestro jardín puede ser una maceta o el mundo”.
Finalizó diciendo que “quienes trabajamos con la filosofía tenemos el compromiso con lo cercano y también con temas más globales”. Abordó en este sentido el problema del agua en Zacualpan, la comunidad indígena que provee de este preciado líquido a Colima y que a media crisis de la pandemia por coronavirus se quedó sin agua.
Otros participantes fueron los profesores de esta misma escuela, Benjamín Panduro Muñoz y Omer Buatu Batubenge; la profesora Adriana Mancilla Margalli y los estudiantes Diana Ávila y Tomás Teodoro.
Omer Buatu habló de cómo se muestra la hipocresía en lo que hacen los políticos y otras personas de encerrarse en su casa; “exigen que todos estén en casa y se enojan con las personas que tienen que vender su tamales o elotes para sobrevivir. Eso demuestra que en realidad no son tan humanos como dicen”.
Omer Buatu comentó por último que “el coronavirus mañana ya no estará, pero esta circunstancia nos impulsa a ver y darle otro sentido a nuestra vida, no sólo como un evento efímero, sino para entender la vida en una dimensión espiritual (no solo religiosa) y poder así entendernos mejor”.
Tomás Teodoro comentó el principio de universalidad de Immanuel Kant, según el cual, para que una acción sea permisible debe ser posible aplicarla a todas las personas sin resultar contradictoria; “hay que ponerse en una situación neutra para saber cómo se siente el otro; podríamos ponernos en diferentes situaciones sin necesidad de salir y unirnos más como personas, ayudar a los otros e igualar las cosas”.
La alumna Diana Ávila añadió que las redes sociales sirven para ponerse en el lugar del otro, “porque la gente comienza a comunicar lo que necesita y podemos ver la vida de otras personas, sus necesidades”.
En su reflexión, Panduro Muñoz habló del lenguaje, del diálogo y el engaño que existe en las redes sociales; “la comunicación está viciada; no se pueden dar razones reales, sino falacias, imágenes, estereotipos, voces. Hemos suplido el lenguaje y la información por un montón de situaciones y cosas que invitan a agredir”. Y señaló su preocupación de que el contexto de la pandemia incremente la violencia en redes sociales.
Agregó que los estudiosos de la filosofía han quedado relegados en un mundo que relegó la filosofía, y se preguntó “cómo sacudir el adormilamiento de los filósofos, que no se atreven a criticar la sociedad. Sumemos filósofos y busquemos la forma de incidir con una acción para potenciar y ampliar el horizonte”.
“Esta pandemia no ha dejado nada intocado”, aportó la maestra Adriana Mancilla, “desde lo más cotidiano como nuestro tiempo, las actividades, relaciones familiares y la calidad de las democracias, hasta la relación con el gobierno, con los otros estados”. Invitó también a reflexionar “lo que ha significado, por tanto tiempo, estar cerca, cómo ha sido el cuidar al otro mediante el alejamiento”.
Propuso, por último, pensar que “la normalidad tal vez estaba mal estructurada y era opresiva. En ella nos desperdiciábamos tanto y la normalizamos tanto, que no nos permitía ver más allá”.
Durante la transmisión del café filosófico se leyeron los comentarios y aportaciones que varios participantes hicieron por escrito