El Santo Padre presidió la Misa de Domingo de Ramos; dijo que la vida no sirve, si no se sirve.
El Papa Francisco presidió sin fieles presentes la celebración Eucarística del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro, ahí aseguró que Dios no nos abandona y reconoció a los verdaderos héroes que sirven a los demás.
Este mismo día se celebra en todo el mundo la XXXV Jornada Mundial de la Juventud, por ello envió un mensaje a los jóvenes:
“Miren a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a sí mismos para servir a los demás”, dijo.
Dios no nos abandona
En la Cruz Jesús dijo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? “Es una frase dura” dijo el Papa, pues Jesús sufrió el abandono de los suyos, nos sirvió hasta el punto de “experimentar las situaciones más dolorosas de quien ama: la traición y el abandono”.
“Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó. Fue traicionado por la gente que lo aclamaba y que después gritó: Sea crucificado”.
Entonces en la Cruz le dice al Padre: “¿Por qué, también Tú, me has abandonado?”.
Francisco detalla que Jesús experimento este abandono precisamente para servirnos una vez más: “Para que cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos”
“Jesús experimentó el abandono total, la situación más ajena a Él, para ser solidario con nosotros en todo. Lo hizo por mí y por ti”.
En el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan y con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón “Jesús nos dice a cada uno: “Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene”” asegura el Papa.
La vida no sirve, si no se sirve
El Papa Francisco se refirió a la crisis sanitaria por coronavirus COVID-19 a nivel mundial, aseguró que es un drama “que nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve”.
Así, pidió que estos días santos en casa “nos pongamos ante el Crucificado y pidamos la gracia de vivir para servir”, también que “contactemos al que sufre, al que está solo y necesitado”.
El Cristo milagroso de Roma
En la Basílica de San Pedro para el Domingo de Ramos fueron colocados la Virgen Salus Populi Romani (Protectora del pueblo romano) y el Cristo milagro de Roma, como se considera al crucifijo de San Marcello.
El Papa oró frente a ellos el 15 de marzo, cuando salió del Vaticano para visitar en Roma las dos iglesias que alojan estas imágenes.
Y el 27 de marzo, ambas imágenes fueron llevadas a la Plaza de San Pedro cuando el Santo Padre impartió la bendición Urbi et Orbi.
Al Cristo milagroso se le atribuye el fin de la peste en Roma, cuando en 1522 el pueblo romano lo llevó en procesión por sus calles para acabar con la gran peste que los azotaba.