*El investigador universitario José Manuel Palma invitó a no podar drásticamente los árboles y a replantear, discutir y consensuar qué tipo de árbol queremos en los lugares donde convivimos.
Árboles como el guamúchil, limón, carambolo, zapote negro, aguacate y otros son especies que, al plantarlas y cuidarlas, pueden ofrecer una serie de servicios ecosistémicos que mejoran nuestro bienestar con un impacto climático favorable.
“Ésa es la riqueza natural que poseemos, llamada llama biodiversidad comentó el profesor-investigador del Centro Universitario de Investigación y Desarrollo Agropecuario (CUIDA) de la Universidad de Colima, José Manuel Palma García, quien también señaló que estas especies aportan sombra, frescura, alimento, fijación de carbono y, con esto, oxígeno. De igual modo, aportan néctar o pólen (melíferos), carbón, fijación de nitrógeno y madera para elaborar artesanías.
El investigador agregó que también la moringa, mango, parota, la guayaba, ciruela, higo y nopal aportan una gran cantidad de servicios sistémicos y, sobre todo, alimento. Ésta es una de las principales líneas de investigación de Palma García, quien ya trabaja en un segundo libro en el que aborda el uso de especies arbóreas o arbustivas.
En 2018 dio a conocer el volumen “Árboles y arbustos tropicales para la ganadería bovina sustentable”, el cual publicaron la REDGATRO y el CONACyT.
En entrevista, el investigador universitario dijo que también trabaja para plantear a las comunidades la gran cantidad de servicios ecosistémicos que aportan árboles y arbustos, los cuales casi nunca se toman en cuenta: “Deberíamos elegir un tipo de árbol para generar un microambiente, para crear un impacto climático favorable en las afueras de nuestra oficina, en el patio de nuestra casa o el jardín del barrio. Por ejemplo, llevar frutos a casa, cortar una flor y adornar un espacio”, sugirió.
Asimismo, compartió las mediciones de temperatura que hizo en Tecomán, en diferentes condiciones de suelo: desnudo (sin vegetación), suelo con sombra, en pasto sin sombra y en pasto con dos tipos de árboles. Las mediciones fueron hechas en diferentes horarios. Con esto demostró que la presencia de los árboles determina la condición de un microambiente y que el pasto genera fijación de carbono, pero que la mayor proporción se determina por los árboles. El ejercicio lo hizo para generar conciencia sobre la importancia de crear microambientes que aporten bienestar y felicidad en nuestro entorno.
Según las mediciones, explicó Palma García, “el árbol esta atenuando la radiación, dado que existe mayor temperatura comparado con sólo tener pasto, suelo desnudo o una placa de cemento, y si nada más tienes pasto tendrás mayor temperatura que si sólo tuvieras un árbol”.
“Por tanto, el árbol no sólo fija carbono sino también modifica el microambiente”, concluyó, invitando además a no podar drásticamente los árboles y a replantear, discutir y consensuar qué tipo de árbol queremos en los lugares donde convivimos.
Para finalizar, el doctor José Manuel Palma aseguró que generar este cambio entre nuestras comunidades no es difícil, “es un proceso relativamente fácil porque es un proceso de construcción que puede partir de una pregunta que planteó Paulo Freire: ‘¿Queremos seguir igual? La respuesta es simple: Hagamos lo mismo. Pero si nos planteamos cambiar, deberíamos buscar enfoques diferentes y emplear distintas herramientas’”.