*Este problema, dijeron Nancy Molina y Antar Martínez, “no es exclusivo de la Universidad de Colima, sino que está relacionado con el avance de las sociedades y es parte del sistema patriarcal”.
Personal de la Universidad de Colima, la mayoría integrantes de la Comisión de Seguridad y Protección Civil Universitaria, asistieron este viernes por la mañana a la charla “Consideraciones para la aplicación del Protocolo para la atención integral de la violencia de género”, que impartieron la doctora Nancy Molina Rodríguez y el doctor Antar Martínez Guzmán, de la Facultad de Psicología de esta casa de estudios.
Durante poco más de tres horas, quienes asistieron a la charla se adentraron en los matices que tiene el problema de la violencia de género y cómo debe enfrentarse desde una institución académica, no solo para resolver problemas específicos, sino para intentar algo más importante, que es contribuir al cambio en las estructuras sociales dominantes en las que, históricamente, se ha vulnerado la dignidad, autodeterminación y derecho al desarrollo de las personas, en especial de las mujeres.
En la primera parte de la charla se explicó que este tema no es algo opcional, sino que ya forma parte del marco normativo mundial, nacional y local, y que debe regir a una comunidad independientemente de las opiniones que cada quien tenga sobre el asunto, en beneficio de una mejor convivencia, porque este problema, aclararon, “no es exclusivo de la Universidad de Colima sino que está relacionado con el avance de las sociedades y es parte del sistema patriarcal”.
Género, comentaron, son los valores, atributos y representaciones que se asocian al ser hombre o mujer, que son arbitrarios y varían a lo largo del tiempo. Son características, dijo Antar Martínez, “con las que se reviste el cuerpo de significados o la forma en que un cuerpo biológico es configurado”.
Definieron también los conceptos de identidad, que básicamente responde a la pregunta de ¿quién soy yo?, y el de orientación sexual, que responde a la pregunta de ¿a quién deseo? Estas definiciones las consideraron importantes ahora que se dio a conocer la ampliación y actualización del “Protocolo para la Atención de la Violencia de Género en la Universidad de Colima”, y debido a que quienes asistieron a la charla integran buena parte de la primera línea de atención a este tipo de casos.
Es importante entender los matices, coincidieron Nancy Molina y Antar Martínez, porque se debe respetar la identidad de cada persona como principio básico en la atención de estas situaciones.
La violencia de género, mencionaron, “es un acto de agresión, control y dominación por razón de sexo o género y puede incluir daños físicos, sexuales y psicológicos. Implica una violación a los derechos humanos que perpetúa los estereotipos de género y que niega la dignidad, la autodeterminación y el derecho al desarrollo de las personas”.
Para aclarar más el término, detallaron que la violencia no es algo natural, como sí lo puede ser la agresión. La agresión es una defensa de cualquier organismo vivo, pero si esa agresión se vuelve sistemática y tiene como fin buscar la humillación, la sumisión y el control, entonces se trata de violencia. El fondo de la violencia, aclararon, es una relación de poder, que en el caso de las mujeres se ha ejercido en su contra a lo largo de la historia. Esa violencia, dijo Antar Martínez, “lo que busca es perpetuar la desigualdad”.
El investigador universitario aclaró que no se trata de darle preferencia a la mujer en estos casos, porque no es lo mismo la violencia ejercida entre hombres, entre iguales, que entre un hombre y una mujer, ya que esta última está enmarcada en un contexto histórico de dominación. Tampoco la equiparó con la violencia que ejercen algunas mujeres en contra de los hombres, ya que ésta, resaltó, “no significa lo mismo ni está basada en las mismas estructuras”.
En nuestras sociedades, agregó, “la posición dominante es la masculina”, por eso la violencia ejercida por un hombre hacia una mujer “es distinta y tiene diferentes sentidos y matices, por lo que hay que estar atentos a estas diferencias. Lo que subyace en la perspectiva tradicional es la versión de una supuesta inferioridad de lo que hacen las mujeres y la degradación de lo femenino. Hay una jerarquía social entre hombres y mujeres”, ésa, insistieron, es la estructura de fondo que opera incluso entre parejas de hombres o de mujeres, donde uno de ellos representa lo masculino tal y como se entiende en el patriarcado.
Diferenciaron también entre acoso y hostigamiento. El acoso, dijeron, ocurre entre iguales, entre dos estudiantes o dos trabajadores, por ejemplo; allí no hay subordinación sino que se trata de un ejercicio abusivo del poder que implica la indefensión de una de las partes. En cuanto al hostigamiento, tiene que ver con el ejercicio del poder en una relación de subordinación, tanto en el ámbito escolar como en el laboral y se expresa en conductas verbales, físicas o en ambas. Estas dos conductas, aclararon, no siempre tienen connotación sexual.
En todos los casos, se recomendó jamás desestimar una queja, dar fe y confiar en el testimonio de una víctima de violencia, por principio, así como evitar decirle a la gente victimizada que por qué sigue en esa relación o que si es tonta, ya que quienes sufren de agresión tienen otra visión de lo que les ocurre y muchas veces se culpabilizan de la violencia que reciben. Es importante, recomendaron, “evaluar los contextos, roles, tipo de situación, para lograr una percepción psicológica y social clara”.
Nancy Molina habló además de la ruta que sigue la violencia de género, desde que se busca la confianza de la víctima hasta que se pasa a la agresión. En estos casos, dijo, no se debe justificar al agresor o decir cosas como que tal persona es así de coqueta, que así es su forma de ver o que es violenta porque tuvo un mal día o está estresada por el trabajo o las cuestiones económicas, sino entender que la violencia de género, aunque se manifiesta en lo individual, es parte de una situación estructural mayor. La idea, dijo, es denunciar y no normalizar estas situaciones sólo para que no pase nada, para salvaguardar el orden, para no reprobar una materia o para no perder el empleo.
Es importante, coincidieron también en esto las y los asistentes, que se entienda que la Universidad de Colima no va a encubrir a nadie, que condena la violencia de género, que respalda a las víctimas y que además apoyará a que las personas afectadas presenten su denuncia ante las autoridades correspondientes, de ahí la importancia del protocolo ampliado, ya que como dijo Antar Martínez, “es una forma de prevención de la violencia de género con el que se busca cambiar la percepción histórica que se tiene sobre el tema”.
Lo complicado, expusieron, será sensibilizar a la sociedad y cambiar la perspectiva, sobre todo en los hombres, porque se está tratando de cambiar estructuras profundas que, de tan presentes, impiden ver cuándo se comete un acto de discriminación o de violencia de género.
Este tipo de violencia y las leyes internacionales, nacionales y locales sobre la materia, dijeron por último, “nos enfrenta con situaciones nuevas que no necesariamente van a tener que combatirse con sanciones sino con la sensibilización, por eso es importante entender el problema de manera integral. Se trata de un cambio de perspectiva que va a llevar tiempo, por eso es relevante que la Universidad de Colima se haya comprometido a emprender una tarea de este tipo”.