A un año y dos días de recuperar su libertad, la maestra Elba Esther Gordillo disfruta de un smoothie de fresa y un gigantesco cono de vainilla sobre Paseo de la Reforma.
Sentada a un costado de un cristal, algunos peatones la reconocen y le sonríen, ella responde con el mismo gesto, pero no interrumpen su privacidad.
Pasan también personas a ofrecer dulces y paletas, hay también policías, pero ni se inmutan.
Es una guerrera en paz, término con el que se autodenominó hace un año tras su reaparición mediática luego de ser absuelta de los delitos de lavado de dinero y delincuencia organizada.
En las mesas de alrededor, las cuales están abarrotadas de comensales, respetan su espacio. Está con cuatro personas, entre ellas dos menores. Nadie acude a saludarla ni un celular se asoma para captarla y hacerla viral por redes sociales o incluso para tomarse una selfie.
Luego de acabar su bebida, a La Maestra le llevan un cono de helado de chocolate, mira su reloj y se separa de la mesita para salir del lugar. Pasó cerca de media hora platicando, sonriendo, como cualquier persona que disfruta de una bebida.
Un helado en Reforma
Tras ser abordada, la maestra comenta que se encuentra bien, responde cordialmente, aunque apunta que ahora no es el momento de dar entrevistas. Ella viste una blusa blanca y una mariconera discretas.
“Yo estoy bien ¿Cómo me ve? Con mis añitos y todo, pero muy bien”, explica La Maestra sonriente a El Heraldo de México tras salir de una heladería de Reforma 250, donde permaneció media hora.
“No es que no pueda, (pero) no voy hacer ninguna declaración”, responde apenada al señalar que está con sus familiares pasando su tarde de sábado, nadie más se le acerca.
Al preguntarle sí podrían tomarle una fotografía en su paseo sabatino, ella accede sin problemas con sus golosinas en la mano.
“¡Buen trabajo, eh!, pero no puedo todavía”, se despide con un beso y se aleja acompañada sin reparo hacia la Zona Rosa.