Parte importantísima de la cultura popular de Colima lo conforma el parque de La Piedra Lisa, lugar donde decenas de generaciones de colimenses han crecido
y han visto crecer a sus hijos, escenario donde muchas parejas han encontrado el amor, espacio en el cual múltiples amantes de los libros se han deleitado con lecturas en sus acogedores rincones, lugar donde las risas felices de chicos y grandes, viajan entre el viento fresco que por ahí, todas las tardes corre y se pasea entre las verdes ramas de los árboles de ficus.
En este parque, la atracción principal, de donde también toma su nombre, es la enorme roca volcánica de color negro grisáceo que se encuentra en lo más alto del jardín, en la
cual, cientos de niños diariamente, resbalan felices por su lomo bruñido con los años, a fuerza de los deslizamientos. De esa excepcional roca volcánica, testigo mudo de
importantes acontecimientos en la vida colimense, se cuentan muchas historias y alrededor de ella, giran muchas tradiciones, por lo que es uno de los íconos más importantes y representativos de la ciudad, por lo cual, es también uno de los más visitados, por ejemplo, a todas horas y todos los días del año llegan a su santuario muchos turistas a “resbalarse” en ella con la esperanza de pronto regresar a estas hermosas tierras de la “tuba” y los “sopitos”, pues se afirma en una de las tradiciones más famosas del estado, que quien se desliza una vez por la piedra regresará a esta ciudad y quien lo hace dos veces, irremediablemente, se quedará a vivir en el estado.
Sobre su origen, los más, afirman que esta enorme piedra llegó a este lugar después de una enorme explosión del volcán de fuego, ya sea por la fuerza de la erupción, ya sea arrastrada por la lava, y desde entonces descansa ahí, para deleite de todos los colimenses. Otra versión nos habla de una familia que estaba de paseo y que aun cuando todo mundo se los decía, no creían que
el volcán fuera a hacer erupción en esos momentos, por eso a la hora de que el volcán explotó, ellos, espantados y desprevenidos, quisieron correr y huir como todos, pero la señora al voltear, se dio cuenta que era inevitable que la lava los alcanzara, por lo que decidió abrazar a sus dos hijos tratando de protegerlos, postrándose de hinojos y cubriéndolos con su cuerpo, esperando que la lava los cubriera y los petrificara para siempre. Por eso se dice en esta versión, que la parte donde la gente se desliza, es en realidad la espalda de la madre que cubrió a sus hijos ante la trágica erupción. Por ello, se cuenta también que la Piedra Lisa, es la más fiel muestra de que hay que respetar al volcán o “Dios Viejo”, como lo conocían nuestros abuelos. Sin embargo, para otras personas este gran monolito tiene su origen en otros motivos, lo cual enriquece el misterio y la atracción de nuestra Piedra Lisa, al mismo tiempo que apuntala los imaginarios colectivos coloreando la tradición oral de nuestro estado.
Tal es el caso de Evelia Carrasco, una amable y trabajadora doñita que atiende uno de los tradicionales puestos de comida típica del lugar, en donde seguramente más de
alguna vez en nuestra vida, hemos saboreado un rico y refrescante raspado, una tostada de cuerito, unos sopitos o una torta de lomo enchilado. Así pues, doña Evelia, una
tarde mientras preparaba unos raspados de guayaba con leche, nos relató esta bonita leyenda, en la cual, según ella, se explica el origen y la existencia de la Piedra Lisa como
resultado de un sortilegio de encantamiento: Ahí tienen que hace muchísimos años atrás, cuando vivían nuestros abuelos indígenas por estos lugares, había como ahorita, ancianos, niños, niñas, señoras, señores, también muchachas y muchachos ¡mucha vida había en esos pueblos antiguos! La cosa es que, como en todo, la vida sigue siempre su curso, por lo que entre los muchachos y las muchachas casaderas se echaban unos a otros miraditas de amor.
Entre estos muchachos había una joven a la cual, su mamá la cuidaba mucho, porque tenía planes especiales para ella, por lo que no la dejaba salir y cuando lo hacía para realizar algún mandado, siempre la vigilaba a “ojo de tigre”. Aun así, la joven se daba sus mañas para verse aunque fuera de lejitos con uno de los jóvenes más guapos del pueblo, al que también, ella le gustaba. Así le hacían, cuando iba la muchacha por el agua, por la leña o por lo que fuera, cruzaban miraditas pícaras, se saludaban y, en más de una ocasión, se quedaron platicando bajo la sombra de los árboles, por lo que pronto, el chisme llegó a oídos de la mamá de la joven y ella muy molesta le dijo a su hija: —“¡No quiero que andes con amoríos con aquel muchacho! ¡No te conviene! ¡Entiende que tú estás destinada a otros planes! ¡Tú, estás reservada para ser la ofrenda virginal de nuestros dioses! ¡Así que olvídate de esas cosas del amor! ¡Porque si desobedeces, una gran pena caerá sobre la familia y entonces, si eso pasa, te juro que te maldeciré para toda la vida! ¡Es más, de ahora en adelante te prohíbo salir! Aún con estas advertencias y amenazas, la joven no hizo ningún caso, así que a la mañana siguiente apenas tuvo oportunidad, la muchacha fue corriendo a encontrarse con su amado.
Sin embargo, lo que ella no sabía y no notó, era que su madre la estaba espiando y que apenas cruzó la puerta de su casa, su mamá la fue siguiendo por todo el
camino ocultándose detrás de los arbustos y los árboles.
Así llego la joven con su amado para contarle sobre la prohibición que su madre le había hecho, y en el preciso instante en que el joven le tomaba la mano a la muchacha y acercaba sus labios a los suyos, la madre se presentó frente a ellos jalando con fuerza el brazo de la muchacha, diciéndole: —¡Haz desobedecido mis palabras y deshonrado a la familia! ¡haz ofendido a los dioses! ¡caerá una gran pena a nuestra familia! ¡por eso yo te maldigo! ¡te condeno a estar para siempre esclavizada a este lugar, en donde tu peor castigo será ver a miles de enamorados sin que tú puedas realizar tu amor! ¡En tus espaldas cargarás el peso de la maldición que recaerá sobre todo el pueblo y por ello siempre tendrás que estar aquí, cargando a todos los que alegremente quieran descansar! ¡Así sea en nombre de los dioses! Escuchando esto, la joven ¡comenzó a sentir su cuerpo más y más pesado, y por más que quiso gritar o pedir ayuda, ningún sonido salió de su garganta.
Ella sabiendo que sería castigada por los dioses, se postró de hinojos tratando de pedir perdón por su desobediencia, pero de nada le sirvió, porque poco a poco e inevitablemente
se fue convirtiendo en una enorme piedra morena, como el color de su piel. ¡Así como lo imagina, esa doncella, se convirtió en la Piedra Lisa! Desde entonces, se dice que la piedra está ahí cargando como maldición a todos los que llegan a deslizarse en ella.
Por eso, porque es una espalda, es que la piedra es “lisa”, porque realmente nos resbalamos por la espalda de la muchacha encantada, también por eso dicen que la piedra, no se calienta, porque no es una piedra normal, y eso en verdad es cierto, porque uno se puede resbalar en ella a medio día y la piedra no esta tan caliente como debiera. También dicen que por ese sortilegio, la gente que se desliza en ella regresa, porque el corazón de uno, siente la soledad y la tristeza de la muchacha aquella y para no dejarla desamparada, nuestros buenos sentimientos nos hacen volver.
Bueno, eso es lo que algunas personas, como doña Evelia, cuentan de nuestra famosa Piedra Lisa.
Título: El origen de La Piedra Lisa.
Clasificación: Leyenda de lugares
históricos. Fuente: Evelia Carrasco. Lugar
de recopilación: Colima. Municipio:
Colima. Año: 2005. Recopiladores: Víctor
Chi / Francia Macías