Porfirio Díaz influyó en Tampico, una ciudad sin huellas de su visita

Una ciudad que no tiene huellas de su visita y sin embargo sigue contando su historia personal a 104 años de su muerte. Así es la relación que Tampico tiene con uno de los hombres con más claroscuros de la historia de México: José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, un tampiqueño por sentimiento y adopción.

Porfirio Díaz murió el 2 de julio de 1915 durante su exilio en París, Francia, a más de 8 mil 800 kilómetros de Tampico, sin embargo, el puerto aún tiene reminiscencias de una época que marcó al país en muchos ámbitos, desde lo social, lo económico, hasta lo cultural y lo arquitectónico: El Porfiriato.

Sin pisar nunca el puerto, por distintos motivos o por lo menos no se tiene un archivo de que lo hubiera hecho, el general Díaz Mori tuvo una relación sentimental con Tampico, donde vivió su suegra Agustina Castelló de Romero, quien de acuerdo a los historiadores fue la promotora incansable de la ciudad, que llegó a convertirse en un punto importante del mundo gracias a los proyectos que el porfiriato le dio.

Manuel Romero Rubio, padre de Carmen Romero Castelló, esposa en segundas nupcias de Díaz, fue quien instruyó al general en el estilo afrancesado de aquella época y en reconocimiento el general de brigada no pudo negarse nunca a las solicitudes de la familia de su esposa. La aduana (1902), la estación del tren (1890), las escolleras (1890), el faro de Madero (1877), son parte de los proyectos que Porfirio concedió a la ciudad donde vivía su suegra, pero además influyó para lograr un estilo arquitectónico afrancesado del Centro Histórico de Tampico, con edificios que datan de más de 100 años.

Este conjunto de obras y proyectos dieron a Tampico una prosperidad que lo mantuvo entre los puertos con más afluencia de visitantes y hombres de negocios, llegando a ser la Nueva York mexicana, a donde llegaban viajantes de todo el mundo en busca de fortuna, pero también como Porfirio Díaz, de ese discreto encanto de ser cosmopolita.