Cada 24 de Junio es celebrado el Día Mundial del Socorrista esto debido a que es el aniversario de la Batalla de Solferino que tuvo lugar en el norte de Italia el 24 de junio de 1859, este fue un episodio decisivo en la lucha por la unificación italiana y un momento esencial en la evolución del humanitarismo moderno además dio origen al Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y a los Convenios de Ginebra.
Por este motivo realizamos una entrevista a alguien que día a día auxilia a las personas, una vida a la vez.
Héctor Eduardo Torres Espinosa de 23 años es socorrista en la Cruz Roja desde hace 6 años y bombero desde hace 14.
Debido a que Héctor ya era bombero en Villa de Álvarez cuando decidió unirse a la Cruz Roja, comenta que uno de los principales retos fue la adaptación: “Lo difícil de iniciar como socorrista en Cruz Roja es acoplarte, yo venía de bomberos donde hacíamos funciones similares pero no iguales, aquí ya no te enfocas solo en los bienes materiales de la persona o solo en rescatarlo sino también en estabilizarlo y tratar de que su salud y calidad de vida mejoren”.
Pero, ¿De donde surgió la inquietud de ayudar a las personas? “Decidí ser socorrista desde los 9 años, me gustaba jugar a los bomberos, tengo un tío que es bombero y primos que a la par eran bomberos y socorristas y me llamaban mucho la atención”.
Además de ser bombero avalado en el municipio de Villa de Álvarez, Héctor también estudió la Licenciatura en Enfermería en la Universidad de Colima, es Técnico en urgencias medicas nivel avanzado y cuenta con una certificación por el Colegio Nacional de Traumatología como Técnico en Transporte Aeromédico por helicóptero.
Héctor señala que es difícil delimitar el número de personas a las que ha ayudado en estos seis años: “Realmente no llevas un conteo de cuantas personas ayudas o rescatas, son demasiados los servicios que atiendes, yo trabajo en jornada acumulada en Cruz Roja que son los sábados y domingos de 7 de la mañana a 9 de la noche, hay veces que cubrimos hasta 30 o 40 servicios por día”.
“Todos los casos tienen su grado de impacto a nivel personal ya sea negativo o positivo”
Sin embargo, siempre existirá un caso memorable por su nivel de impacto personal en el socorrista: “El que más me ha impactado ha sido un accidente que sucedió hace un año y pocos meses en la curva de Tecolapa en la carretera Tecomán-Colima, si mal no recuerdo fueron 6 o 7 niños y 3 adultos en un accidente vial, no pudimos socorrer a ninguno, ya habían fallecido.”
Héctor señala que la impresión de ver tantos cuerpos de niños en la escena y no poder hacer nada fue frustrante: “Tu vas enfocado en realizar tu trabajo y pues realmente llegar y no poder hacer nada y quedarte con esas ganas de poder ayudar a las personas es estresante”.
Por último, señala que lo más difícil a lo que se ha enfrentado para poder seguir siendo un socorrista es sacrificar tiempo, dinero, energía y dejar de lado actividades con amigos y familia por estar en la institución atento a los llamados de emergencia.
“Esa es la inversión más pesada que he hecho, pero creo que es algo que se te recompensa día a día con el “gracias”, ver a la persona caminando después de que la llevaste en camilla inconsciente, que los familiares te agradezcan que te lleven a comer o te ofrezcan un vaso de agua por que ayudaste a su familiar, eso compensa el tiempo invertido.”