*Disminuye el riesgo de padecer enfermedades cerebrales como Alzheimer y Parkinson, indica la Secretaría de Salud
La actividad física mejora el funcionamiento del cerebro y puede contribuir a la protección cerebral, toda vez que no sólo pone a trabajar al corazón, sino también al cerebro, mejorando la circulación de la sangre en el cuerpo, informa la Secretaría de Salud y Bienestar Social del Gobierno del Estado.
Por ello, en el caso de padecimientos como Alzheimer, Parkinson y otro tipo de enfermedades cerebrales que pueden tener como consecuencia la demencia, la actividad física ayuda a disminuir el factor de riesgo de estos padecimientos y puede convertirse en un factor protector del cerebro.
El Departamento de Enfermedades Crónicas y Envejecimiento de la dependencia expone que desde el punto de vista fisiológico, la actividad física permite mejorar la circulación, de tal manera que entre más se haga ejercicio, el corazón bombea más veces y hace que la circulación de la sangre fluya constante y adecuada.
Y en cuanto a factores externos o asociados, como el estrés que suele estar en algunas de las enfermedades cardiovasculares, la actividad física ayuda a relajarse porque al hacerla, no sólo se pone a trabajar al corazón, sino también al cerebro, convirtiéndose en una terapia para el relajamiento del cuerpo y la mente.
En el momento del estrés y de los pensamientos, los músculos y los vasos sanguíneos se contraen, pero cuando se hace ejercicio, éstos se relajan y se despeja la mente, con lo que se mejora la circulación de la sangre.
En cambio, cuando una persona permanece sentada durante mucho tiempo, corre el riesgo de que la circulación de la sangre pueda verse enlentecida, con consecuencias como las várices e inclusive los coágulos que pueden viajar a diferentes partes del cuerpo, entre ellas el cerebro.
Recalcó que la actividad física reduce el riesgo de hipertensión arterial, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, cáncer de mama y de colon, depresión y caídas; mejora la salud ósea y funcional, y es un determinante clave del gasto energético y, por tanto, fundamental para el equilibrio calórico y el control del peso.