*Los investigadores encontraron una correlación importante entre lo que aprenden en la escuela y cómo estos conocimientos les ayudan a solucionar problemas de su trabajo y de su vida diaria.
Como parte del Seminario Académico que organiza el Centro Universitario de Investigaciones Sociales (CUIS), un grupo de investigadores de la Universidad de Colima, liderados por Ana Uribe Alvarado, dieron a conocer en días pasados algunos resultados de su proyecto “Tejiendo redes de trabajo transnacional. Investigación sobre educación para adultos en California”, el cual realizaron durante el año pasado con migrantes que viven en Estados Unidos.
Durante un evento realizado en la Biblioteca de Ciencias de la UdeC, Ana B. Uribe señaló que, a través de una serie de encuestas realizadas en 26 de las 58 plazas comunitarias que existen en el estado de California, conocieron el impacto que tiene entre los migrantes latinos el Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo (MEVyT) que implementa el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) en el vecino país del norte.
El equipo de investigadores, conformado por los académicos Jonás Larios Denis, Isaac Uribe Alvarado, Paul Ceja Mendoza, José Manuel de la Mora, Nina Martínez y la propia Ana Uribe Alvarado, se ha dedicado a profundizar en dos ejes: por un lado, cómo perciben los educandos los contenidos y la experiencia del MEVyT, y de qué manera ese modelo es adaptado, del contexto mexicano, a un contexto binacional, transnacional y bicultural.
En su intervención, Ana B. Uribe detalló que el equipo de trabajo ha realizado alrededor de ocho visitas a Estados Unidos, donde han visitado los centros comunitarios del estado de California para realizar una serie de encuestas enfocadas en conocer tres aspectos principales en la vida de los migrantes: su experiencia cultural, su experiencia con el programa MEVyT y finalmente su experiencia como migrantes.
Añadió que existen tres tipos de escuelas dentro de esta red de plazas comunitarias. Las primeras, dijo, “son plazas o colegios comunitarios regulares y permanentes, apoyados por los distritos escolares de California, que cuentan con buenos recursos y no le cuestan al estado mexicano”.
Por otra parte, continuó, “existe otro tipo de plazas con una permanencia irregular, sin infraestructura ni recursos propios, y finalmente, un tercer tipo de plazas que están en condiciones de gran vulnerabilidad y carencia, con maestros voluntarios, horarios inestables, espacios movibles e incertidumbre total. Hemos observado que las condiciones físicas y estabilidad de las plazas comunitarias influye en la percepción del aprendizaje y en el rendimiento educativo de los migrantes”.
Además, la investigadora informó que en Estados Unidos el rezago educativo en los latinos migrantes, y específicamente entre nuestros connacionales, es alto, “pues existe un millón de personas de origen mexicano que no saben leer ni escribir, tres millones que no terminaron la primaria y secundaria, y sólo el diez por ciento de latinos en el país vecino que accede a la universidad”, explicó.
“Tuvimos contacto con esta realidad cuando fuimos a abrir un espacio de apoyo para la educación superior de la UdeC en California, y nos dimos cuenta de las necesidades que tienen los migrantes”, detalló.
En su turno, el profesor investigador Isaac Uribe Alvarado habló sobre el aspecto del comportamiento estadístico en la experiencia educativa y migratoria, con esta serie de encuestas que permitieron a los investigadores conocer las características del grupo de personas estudiado: “Lo que presentamos ahora es resultado de un estudio exploratorio que puede ayudarnos a ver el comportamiento de algunas variables o elementos de nuestro objeto de estudio”, dijo.
El experto dijo que la encuesta fue construida tomando en cuenta el conocimiento de cada uno de los investigadores en sus respectivas áreas de estudio, de acuerdo a tres elementos principales: 1) los datos básicos que ayudan a describir cómo son las personas, cuántos son, quiénes son o dónde viven, etc; 2) el tema migratorio, que busca conocer cómo ha sido la experiencia de cada uno de los encuestados, y 3) el aspecto educativo; esto es, qué tanto la escuela les ha sido útil y cómo se sintieron al ser parte de un proceso formativo.
“Fue un proceso complejo en el que tuvimos que pasar desde permisos legales y administrativos hasta aspectos culturales, porque muchas de las personas entrevistadas tienen miedo de hablar de su situación por su condición vulnerable como migrantes”, comentó.
A su vez, dijo que el formato utilizado fue el de encuesta por muestreo estadístico probabilístico, recabando la participación de un total de 262 personas; 193 mujeres, que representan el 73. 4 por ciento, y 63 hombres, que representan el 24 por ciento; mientras que un 2.6 por ciento de personas no respondió a la pregunta.
En cuanto a la edad, abundó, encontraron una población adulta heterogénea con un promedio de 48 años (oscilando entre los 18 y 80 años máximo) con la característica común de un limitado acceso a la educación, pues la mayoría cuenta sólo con la educación de nivel básico. “Su experiencia migratoria fue descrita como buena en general, y hemos podido percatarnos, a través de nuestro estudio, que este grupo de personas ha tenido buena capacidad de adaptarse al contexto sociopolítico en el que se encuentra ahora”, enunció.
Por último, el académico dijo que, como parte de los resultados de la investigación, encontraron una correlación importante entre lo que aprenden en la escuela y cómo estos conocimientos les ayudan a solucionar problemas de su trabajo y de su vida diaria, que es el objetivo del MEVyT.
“La educación es un elemento muy importante que, además de proporcionar conocimientos, soluciona problemas en su ámbito laboral. Además, a las personas que han logrado concluir sus estudios de educación básica les genera una sensación de seguridad y confianza, un aspecto emocional que les puede ayudar a mejorar su convivencia en EU. A su vez, terminar la escuela les lleva a motivar a otras personas para que también terminen sus estudios”.