*Juana María Jiménez se integró a la UdeC en noviembre de 2018 a través de las Cátedras Conacyt.
En el veneno de animales ponzoñosos como son alacranes, serpientes, sapos y helodermas (Monstruo de Gila y Lagarto de Chaquira), se ha encontrado una alternativa para generar una gama amplia de compuestos que podrían usarse en las áreas de cosmética, insecticidas, dermatológica y en la producción de nuevos fármacos.
En la Universidad de Colima, la investigadora Juana María Jiménez Vargas analiza los compuestos de estos animales para generar nuevos fármacos que podrían ser utilizados, debido a su actividad antimicrobiana, en cosméticos y en pacientes con quemaduras, así como para servir de moduladores del sistema inmune y generar antivenenos.
De acuerdo con esta investigadores, la resistencia a los antibióticos generada por varias cepas bacterianas ha prendido las alarmas en todo el mundo, pues se estima que de las cinco millones de enfermedades relacionadas con infecciones por bacterias, el 50 por ciento se produce por cepas con resistencia a los antibióticos, como Staphylococcus sp. Staphylococcus aureus, Pseudomonas sp., Mycobacterium tuberculosis y Klebsiella pneumoniae. De ahí se deriva la importancia de generar nuevos fármacos que permitan atacar dichas enfermedades.
De acuerdo con Jiménez Vargas, el veneno de las especies letales de alacrán para el ser humano se compone de más de 100 sustancias, de las cuales sólo cuatro o cinco pueden ser responsables de los signos y síntomas de intoxicación y muerte por picadura, los otros compuestos ayudan a la difusión y distribución de estas sustancias para que lleguen al blanco y ejerzan su acción.
Estos compuestos afectan a insectos causando su parálisis y/o muerte; “su acción insecticida provee una forma de defensa contra depredadores, así como para someter a su alimento. Por eso es importante caracterizar cada uno de estos componentes y encontrarles una aplicación”.
Pero, ¿cuáles son los componentes del veneno de alacrán que lo convierten en una alternativa para la generación de fármacos? Al respecto, la experta dijo que “el veneno contiene elementos antimicrobianos peptídicos, ante los cuales las bacterias aún no han desarrollado resistencia, como sí lo han hecho ya con medicamentos comerciales. El problema es que algunos de estos péptidos pueden romper la membrana celular, causando la muerte; este es un efecto secundario que puede corregirse realizando modificaciones en las secuencias de los péptidos”.
En primera instancia, continuó, “usaríamos este péptido antimicrobiano de forma conjunta con el antibiótico convencional para que ambos tengan un efecto sinérgico sobre la bacteria, ya que el antimicrobiano facilitaría la entrada del antibiótico al causar poros en la membrana de la célula, permitiendo que el segundo ejerza su acción sobre la síntesis de proteínas o ADN. Actualmente, diversas cepas bacterianas han generado mecanismos para resistir el efecto de un antibiótico. Ya sabemos cómo funcionan los fármacos y cómo las bacterias pueden llegar a degradarlos, por esto decimos que hay resistencia”.
Una segunda parte de esta investigación, aclaró, “busca encontrar un antimicrobiano que tenga buena actividad, que no sea lítico (que no disuelva o disgregue); además, para el desarrollo del fármaco se debe considerar la vía de administración, estabilidad y qué tipo de vehículos serían convenientes para su uso”.
Sin embargo, aclaró que el proceso para desarrollar nuevos fármacos puede durar más de 10 años, ya que éstos deben pasar por distintos procesos y pruebas antes de ser aplicados en seres humanos; “lo importante de ello es que ya estamos trabajando para caracterizar los componentes y saber dónde y cómo pueden funcionar, y cuál sería su aplicación”.
Conocer los componentes de los venenos, concluyó la investigadora egresada de la UNAM, “también nos permite generar antivenenos dirigidos al componente responsable de la intoxicación. Sabemos que un veneno tiene dos o tres elementos responsables de una intoxicación; entonces, si usamos sólo estos componentes para generar el antiveneno, es decir, para generar anticuerpos contra dichos componentes, facilitaríamos su eliminación y el daño en el ser humano será menor, siempre y cuando se administre antes de que ocurra un daño irreversible”.
Juana María Jiménez Vargas se integró al equipo de trabajo de Laura Valdez Velázquez, del Laboratorio de Productos Biológicos de la Facultad de Ciencias Químicas de la UdeC, en noviembre de 2018, a través de las Cátedras Conacyt. Actualmente trabaja en ese laboratorio con varias especies de alacranes: Centruroides tecomanus, C. hirsultipalpus, Thorellius atrox, Thorellius intrepidus y Mesomexovis cascan.