*Se trata del doctorante Luis Fernando De la Cruz con su proyecto “Expresión Heteróloga de los Monómeros de la Globulina 11S de la Semilla de Chan y su Caracterización Fisicoquímica y Funcional con Perspectiva a la Cristalización”.
El proyecto de investigación sobre la semilla del chan que desarrolla el estudiante de doctorado de la Universidad de Colima, Luis Fernando De la Cruz Torres, obtuvo el primer lugar nacional del concurso Fomento a la Investigación Labcitec 2018, dentro de la modalidad Impacto coentífico o tecnológico, y cuyos resultados se dieron a conocer la semana pasada.
El alumno del Doctorado en Ciencias Químicas por la Universidad de Colima, en la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) de Coquimatlán, se hizo acreedor a este premio junto a su director de tesis, Juan Alberto Osuna Castro, profesor investigador de esta casa de estudios y su codirector, Abel Moreno Cárcamo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Labcitec, fundada en 2008 por un grupo de científicos mexicanos, es una empresa que se dedica a brindar servicios de consultoría en ingeniería y a desarrollar y distribuir productos para la investigación. Para este concurso convocaron a estudiantes de posgrado, con el respaldo de sus respectivos directores de tesis, para que postularan propuestas de investigación en curso o proyectos de investigación ya concluidos, con un enfoque de ciencia básica, aplicada o de desarrollo tecnológico en las ramas de las ciencias biológicas, químicas o médicas.
En entrevista, Luis Fernando De la Cruz dijo que el proyecto ganador, titulado “Expresión Heteróloga de los Monómeros de la Globulina 11S de la Semilla de Chan y su Caracterización Fisicoquímica y Funcional con Perspectiva a la Cristalización”, nació tras un análisis justificado en el incremento poblacional y las nuevas preferencias alimenticias, que hacen necesario encontrar nuevas fuentes de proteínas a bajo costo que cumplan con requerimientos funcionales, nutricionales e incluso nutracéuticos (con beneficios para la salud).
Al respecto, señaló que las globulinas de amaranto, lupino y soya han sido reportadas como nutracéuticas, ya que disminuyen el nivel de colesterol y de glucosa en sangre al interactuar con la insulina, además, tienen propiedades anticancerígenas; por tanto, añadió, “la globulina 11S de chan (Hs11Sn) tendría potencial benéfico por su homología estructural y conformacional con dichas proteínas”.
A manera de antecedente, De la Cruz Torres dijo que actualmente en el mundo existen alrededor de 7 mil millones de personas y se prevé que para el 2050 la población aumentará en un 30%. “Es por esto, así como por las nuevas preferencias de dieta como veganos y vegetarianos, que es necesario encontrar nuevas fuentes de proteína económicas que cumplan con los requerimientos de aminoácidos esenciales para humanos, así como de funcionalidad alimentaria y nutracéutica para su explotación a nivel industrial”.
En ese mismo sentido recordó que recientemente en México, diversos estudios se han enfocado a las semillas de uso prehispánico, como los pseudocereales: amaranto, quinoa y chía, catalogadas como las nuevas semillas de oro del siglo XXI; “dentro de este grupo de semillas usadas como alimento por los habitantes mesoamericanos y redescubiertas en el presente encontramos al chan, un pseudocereal perteneciente a la familia Lamiaceae, donde se encuentra la chía”.
De la Cruz Torres indicó que el chan (Hyptis suaveolens (L.) Poit.) es una planta que, al igual que el maíz, la chía, y el amaranto, fue cultivada y altamente apreciada por las culturas pre-colombinas debido a su valor nutricional y características medicinales; presenta 14% del peso seco en proteínas y contiene la mayoría de los aminoácidos esenciales recomendados por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación), a excepción de la lisina.
Agregó que, al ser una planta silvestre con capacidad de colonizar una gran cantidad de territorio en poco tiempo, el chan es considerado por muchos como una maleza. No obstante, los pobladores locales, al menos en el estado de Colima y municipios circunvecinos de Jalisco y Michoacán, lo han empezado a ver como una fuente de alimento convencional, incluso en la fabricación de paletas y aguas frescas tradicionales. Al igual que el amaranto y la chía, esta semilla prehispánica podría surgir como una fuente de alimentos novedosa, con alto potencial nutricional e incluso nutracéutico.
La línea de investigación que sigue el grupo de investigación del doctor Osuna Castro y colaboradores (dentro del cual se encuentra Fernando De La Cruz), busca nuevas fuentes de proteínas en cultivos alimentarios no convencionales que se podrían utilizar en la industria alimentaria, con nuevos ingredientes y productos de origen vegetal a menores costos. “Los resultados pueden contribuir a establecer posibles aplicaciones en la ciencia y tecnología de los alimentos de estas proteínas, con el beneficio adicional de emplear un recurso natural que aún no ha sido explotado a gran escala, lo que también podría tener un impacto positivo en el desarrollo de la economía regional, y a largo plazo podría generar empleos agronómicos e industriales, incluso microempresas”, comentó el joven investigador.
En este caso, dijo, “estamos proponiendo aislar los genes que codifican para una proteína de reserva de una semilla que se encuentra en una planta endémica de Colima; es decir, que aparte de generar investigación y conocimiento básico, buscamos que la gente empiece a conocer los mismos productos que se tienen aquí y que en algún momento las empresas traten de incursionar estas nuevas semillas en productos alimenticios y generar alimentos con posibles fuentes novedosas de proteínas”.
Es una semilla, agregó, que además de alimentar tiene beneficios para la salud, “ya que se ha demostrado que el chan tiene un buen balance de aminoácidos esenciales y, además, podría tener péptidos anticancerígenos y propiedades antihiperglucémicas”.
En este sentido, su proyecto doctoral planteó un trabajo multidisciplinario viable a desarrollar en cinco años, que incluyó la infraestructura disponible en el Laboratorio de Agrobiotecnología y Biotecnología de la UdeC, así como del Instituto de Química de la UNAM.
Por su parte, su director de tesis, Juan Alberto Osuna Castro destacó que el trabajo de Fernando es continuación de su proyecto de licenciatura, “es biólogo egresado de esta casa de estudios, viene trabajando muy duro desde la licenciatura; he visto su evolución desde que entró y ya ha tenido mención honorífica en su titulación de licenciatura y otra mención honorífica en el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos (organizado por la empresa Coca-Cola y Conacyt) por su trabajo, lo que prueba que las investigaciones que hacemos aquí son de calidad”.
Mencionó que el chan es una semilla poco estudiada, “somos de los primeros grupos de investigación que se meten a profundidad a estudiar la cuestión relación estructura-función; la gente puede encontrar una fuente de proteína novedosa y esperamos que nuestras investigaciones fomenten la vinculación entre las microempresas que se pueden formar a partir de los productos que se generen con el chan y la industria, pues en algún momento el amaranto y la chía fueron desconocidas al igual que esta semilla.
En este proyecto colaboran, además, dos catedráticos del Laboratorio de Agrobiotecnología de la UdeC, el Dr. Hugo Serrano Posada y la Dra. Sara Centeno Leija, quienes además de aportar infraestructura y participar activamente en el desarrollo de este proyecto doctoral, forman parte del comité evaluador de Fernando, quien asegura que estos investigadores son pieza clave en el desarrollo de este proyecto y en su formación profesional.
El aún estudiante de doctorado tiene 24 años, y al expresar su experiencia como talento universitario aconseja: “es fruto de mucho trabajo, y les diría a los jóvenes que lo que sea que vayan a estudiar, que sea por convencimiento, que les apasione; deben imaginarse como se ven o quieren ver en 15 años, dónde quieren estar. En la universidad de Colima los profesores buscan que seamos independientes, que busquemos nuestras propias líneas de investigación; cuando llegué a la UNAM no me costó trabajo integrarme, porque aquí nos han preparado al más alto nivel. Estando allá me vi al mismo nivel de estudiantes de diferentes nacionalidades, incluyendo europeos” concluyó.