*Expertos de la UdeC abordaron la erupción de 1998 desde diferentes enfoques: el histórico, el de las señales sísmicas, la deformación volcánica previa, cómo se percibió y comunicó el riesgo de una erupción y la actividad eruptiva en sí.
Este viernes, la Universidad de Colima relizó un seminario para conmemorar el 20 aniversario del inicio de la erupción del Volcán de Colima ocurrida en noviembre de 1998, organizado por la Facultad de Ingeniería Civil y el Centro Universitario de Estudios e Investigaciones en Vulcanología, en el al auditorio de la Biblioteca de Ciencias “Miguel de la Madrid Hurtado”.
Expertos de la UdeC abordaron esa erupción desde diferentes enfoques: el histórico, el de las señales sísmicas, la deformación volcánica previa, cómo se percibió y comunicó el riesgo de una erupción y la actividad eruptiva en sí.
Vyacheslav Zobin, quien trabaja actualmente en el Centro Universitario de Estudios Vulcanológicos dentro del Cuerpo Académico de Ciencias de la Tierra, habló de lo esencial que es ir midiendo la sismicidad que va generando el movimiento del magma en su camino a la superficie, ya que al avanzar va rompiendo rocas, generando explosiones y derrumbes.
Si se monitorea esa actividad todo el tiempo, dijo, no sólo ayuda a entender cómo es el proceso eruptivo, sino que pueden conocerse las etapas de desarrollo y alertar a quienes viven alrededor del volcán, hasta donde esto es posible, de un riesgo inminente. Esto es, comentó, “los sismos producidos por explosiones, derrumbes y flujos piroclásticos pueden servir como indicadores de la dinámica de la erupción efusiva”.
Estás observaciones, agregó el ponente, “fueron básicas para proponer un modelo conceptual que describa el proceso de explosión volcánica. Dicho modelo nos permite calcular la energía de una explosión de la fase principal de la señal sísmica”.
En Colima, el monitoreo sísmico lo realiza la UdeC gracias a la RESCO, compuesta por una red de estaciones colocadas en diferentes puntos del volcán.
En cuanto a la erupción de 1998, V. Zobin dijo que la actividad sísmica comenzó a finales de noviembre de 1997, un año antes del ciclo eruptivo; “alrededor de 15 mil micro temblores fueron registrados debajo del volcán durante la etapa preliminar”. De todos ellos, hubo unos 600 eventos sísmicos de magnitud entre 0 y 3 grados.
Gracias a este trabajo previo, el 13 de noviembre de 1998, el Comité Científico Asesor recibió el memorándum donde se mencionaba la alta probabilidad del inicio de una erupción volcánica. Éste lo entregó a Gobierno del Estado, quien procedió a la evacuación de los habitantes de la Yerbabuena, población ubicada a ocho kilómetros de distancia, en línea recta, del cráter del volcán.
- Zobin agregó que tras la erupción, el nuevo ciclo eruptivo del volcán empezó el 19 de noviembre de 1998, con la formación del nuevo domo y de flujo de lava en bloques, lo que continúa hasta la fecha.
En las conferencias participaron también los profesores-investigadores Mauricio Bretón González, Juan José Ramírez Ruiz, Hydyn Santiago Jiménez, Juan Carlos Gavilanes y Raúl Arámbula Mendoza, director del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones de Vulcanología (CUEIV) de la Universidad de Colima.