Kylian Mbappé, con dos goles y una exhibición descomunal, noqueó a una pobre Argentina de un discreto Messi. Una Argentina, con corazón pero sin juego. Hacía tiempo que no se veía una exhibición tan descomunal de un jugador en una instancia final de un Mundial. Con el delantero del PSG -¿cuánto valdrá ahora?- , Francia le remontó a Argentina en 11 minutos. Del 1-2 al 4-2. El resultado se maquilló con el 4-3 de Agüero, pero era muy tarde ya.
Un partido vibrante, con dos remontadas sucesivas, y con un estelar Mbappé, muy superior a los otros 21 jugadores, incluido Lionel Messi. El 10′ acabó hundido. No apareció en muchas fases del partido -apenas en el 2-1 y en el 4-3 final- y su estrella se apaga en este Mundial con apenas un gol y varias actuaciones decepcionantes. Es el número uno, pero no lo ha demostrado. ¿Culpa de él o del equipo? ¿Será su último servicio en un Mundial? ¿Seguirá incluso en la Selección? Muchas interrogantes para un Leo que no se merece esto por su categoría.
La exhibición de Mbappé se ‘resumió’ en dos goles; tres cabalgadas históricas; una falta provocada (Griezmann a la cruceta); un penalti (gol de ‘Grizzi’ y tarjeta a Rojo); otra falta al borde del área (amarilla a Tagliafico); otra tarjeta que le sacó a Banega… Impresionante, cada día recuerda más al gran ‘Ronie’. Fue, obvio, el MVP, aunque lo quitaron faltando poco.
Argentina remontó ese 1-0 con mucho corazón, quizá sin juego, pero en un Mundial, con tanta presión, el valor y el peso de la camiseta valen más que muchas cosas meramente futbolísticas. Y ese corazón le dio para meterle el miedo en el cuerpo a los galos… hasta que llegó Pavard.
Sí, este chico de 22 años, Pavard, del Stuttgart alemán, un desconocido para el público, enderezó el choque para una Francia que estaba empezando a ser ‘comida’ por el oficio argentino. Llegó y metió una semivolea complicada. 2-2. Francia respiraba.
Como equipo con estructura no había duda: Francia era superior y lo demostró antes del 1-1 y después del 2-2. Pero Argentina resistió… por el corazón.
El gol de Di María vino a equilibrar un tanto la cosa con el 1-1. La Albiceleste estaba bajoneada y necesitaba un golazo para revitalizar su esperanza, esa que representaba los miles de argentinos que estaban en la grada: ‘¡Vamos Argentina, sabés que yo te quiero, hoy hay que ganar… y ser primeros!’, gritaban desde una graba más albiceleste que ‘bleu’. Gol del Fideo en el único tiro argentino entre palos de la primera parte.
En fin, dura caída, pero merecida, para una Argentina que se acerca al fin de un ciclo (el de las tres finales seguidas)… con o sin Messi.
Con información de: http://www.marca.com/futbol/mundial/2018/06/30/5b37a7a9e2704e4f2a8b463d.html