El biólogo Rodrigo Medellín tiene un plan para salvar el tequila y, al mismo tiempo, a los murciélagos.
La expedición la formábamos un grupo mixto de bármanes americanos, varios botánicos, un experto en bebidas espirituosas, dos periodistas y el biólogo Rodrigo Medellín, también conocido como el Batman de México. Gracias a ellos, descubrí el mundo de los destilados mexicanos.
Primera noticia: el tequila es otro tipo de mezcal. Su particularidad es que está elaborado a partir de agave azul, tiene denominación de origen y se produce a nivel industrial. Los demás mezcales provienen de otras especies de agave (o maguey) y son la alternativa tradicional que ya está de moda en algunos bares de Estados Unidos. En Michoacán, Emilio Vieyra, productor de Don Mateo, cuenta orgulloso: “Ya hemos empezado a exportar, eso sí, manteniendo la tradición y el auténtico sabor del mezcal”. Cuando cae la noche, pasamos el frío alrededor de un horno de rocas volcánicas donde se cuece el maguey recién recolectado. “Lo bueno del mezcal es que aún se produce como antaño, de manera sostenible, y el sabor original perdura. Además, sin azúcares añadidos, no da resaca” asegura David Suro, el experto en bebidas espirituosas mexicanas. A la medianoche, Batman saca sus redes y nos invita a cazar murciélagos (para censarlos, observarlos y luego liberarlos). Un grupo de hípsters de ciudad —con calcetines altos y pantalones largos demasiado cortos— sigue al biólogo para descubrir qué pintan los murciélagos en todo esto: “Leptonycteris yerbabuenae es el mayor polinizador del agave; su rol es vital en la diversidad de estas plantas, y en los mismos destilados. Ellos pueden salvar al tequila”, concluye Medellín
Al día siguiente, en uno de los campos de cultivo, el doctor en botánica Ignacio Torres nos muestra un quiote: la inflorescencia del maguey. Esta torre altísima coronada por múltiples flores atrae a los polinizadores: insectos, aves y, sobre todo, murciélagos se alimentan de su néctar y transportan el polen de una planta a otra fertilizándolas. Después crecen los frutos y las semillas. Para llevar a cabo la reproducción sexual, la planta consume todos sus recursos y muere exhausta. Esto supone una pérdida a corto plazo para los agricultores, por eso cosechan el agave antes que florezca, justo cuando el corazón acumula una mayor cantidad de azúcares. Desde el punto de vista económico parece simple; azúcar para los destilados o azúcar para los polinizadores, pero en realidad es mucho más complejo.
“Con los métodos comerciales se clonan las plantas a escala industrial para una mayor rentabilidad. Y esto es devastador” sentencia Suro. En la producción del tequila, tras años de reproducción asexual mediante hijuelos, todos los agaves azules son prácticamente iguales. Como consecuencia, a finales del siglo pasado, alrededor de una cuarta parte de estas plantas mostraron signos de estar enfermas infectadas por hongos y bacterias. Sin reproducción sexual, la diversidad genética es mínima, por lo que un único patógeno puede dañar seriamente a los cultivos, “podría suceder un caso similar al de la filoxera de la vid en la que la baja variación genética de los monocultivos contribuyó a propagar la epidemia por los viñedos de Europa” advierte Torres al llegar al estado de Jalisco. Por la ventana se observa cómo se extienden los campos de agave azul; su belleza simétrica es hipnótica tanto que en 2006 la UNESCO los reconoció como patrimonio de la humanidad, pero su homogeneidad es también una amenaza latente. Torres, con toda la intención, los apoda “Desiertos Azules”.
Para salvar al tequila, Rodrigo Medellín, David Suro e Ignacio Torres, entre otros, se han asociado para formar el proyecto bat-friendly tequila que pretende cambiar la mentalidad de bármanes, consumidores y productores desde la misma industria integrando tanto economía, tradición como ecología. Ya han convencido a algunos productores de tequila para que dejen florecer un cinco por ciento de los agaves azules. Generación tras generación, la polinización cruzada introducirá diversidad genética, con algunas plantas más resistentes a ciertas enfermedades o incluso más productivas, lo que a su vez reducirá el uso de agroquímicos. “Además, por otro lado, supone una nueva fuente de comida para los murciélagos magueyeros que durante mucho tiempo han estado amenazados” añade Batman mientras abre una botella con el logo bat-friendly y grita “¡vivan los murciélagos, viva el tequila y viva México!”.
Con información de: https://elpais.com/elpais/2018/04/02/ciencia/1522661342_516899.html