Nos preocupa que la educación sea tomada como una vulgar mercancía en el mercado electoral.

Creo que una postura digna debe consistir en exigir que haya un debate educativo racional e informado y que se rechace toda demagogia cuando se hable de educación.

La reforma educativa que se inició en 2012 ha movilizado y transformado al sistema educativo nacional y sus consecuencias podrán ser evaluadas dentro de poco. Es más, ya están siendo evaluadas.

El centro de la reforma educativa es el Servicio Profesional Docente que –como ya se dijo– es un dispositivo que estipula que habrá evaluaciones en el ingreso, la promoción, la asignación de estímulos, el reconocimiento y la permanencia. Es decir, todos estos movimientos se harán conforme al mérito de cada persona.

La creación del SPD tiene un gran significado histórico. El SPD se concibió como un mecanismo para combatir la deshonestidad, los abusos y la arbitrariedad que existía en el manejo de plazas, en las promociones y en la asignación de estímulos económicos. Las plazas se asignaban, no en función de reglas claras e imparciales, sino a partir de la voluntad arbitraria de líderes sindicales y burócratas locales (se vendían, se compraban, se heredaban, se rentaban, etc.). En las promociones influían de manera determinante “las palancas” y pocas veces se respetaban los merecimientos. El sistema Carrera Magisterial que asignaba estímulos económicos se corrompió de forma que líderes sindicales y protegidos de ellos recibían a través de él beneficios desmesurados sin correspondencia con sus méritos.

En otras palabras: el SPD se creó para acabar con la corrupción que imperaba en esta esfera de la educación, para combatir privilegios y para asegurar que los movimientos se hicieran de acuerdo al mérito profesional de cada docente. Es obvio que el orden anterior era fuente de injusticias que dañaban principalmente a los maestros, sobre todo los más vulnerables, a aquellos que carecían de contactos o palancas en el sindicato o en las secretarías.

Hoy se puede decir, sin rodeos, que en los movimientos de la profesión lo que se toma en cuenta es el trabajo, el esfuerzo, la perseverancia y la dedicación de los profesores.

Existen ya estudios y evidencias que muestran algunos efectos benéficos de las evaluaciones: en una encuesta reciente, casi el 50 % de los docentes de educación básica declaran que las evaluaciones los han motivado a estudiar con ahínco y que les han inducido a reflexionar sobre su práctica.

No obstante, todo esto, la reforma educativa en general, han sido objeto durante años de una campaña adversa que busca desacreditarla. Esta reacción se explica fácilmente si tomamos en cuenta los intereses poderosos que fueron vulnerados por el cambio. Se dice que es lesiva para los docentes cuando, en realidad, su objetivo central, como hemos visto ha sido impulsar la profesión docente. Los beneficiarios principales de esta reforma son los docentes. Es más, me atrevo a decir que ninguna reforma educativa mexicana previa buscó enaltecer a los profesores como lo hace la actual reforma educativa. Por esta razón pienso que todos los mexicanos debemos defenderla.