En la Galería ubicada en el segundo piso de Plaza Zentralia se inauguró la exposición colectiva “Niñas y niños de azúcar”, resultado de trabajar talleres artísticos y de resiliencia con niños y jóvenes migrantes, así como jornaleros agrícolas, la mayoría provenientes de Guerreo y Chiapas que trabajan en Colima por temporadas de 6 meses.
En el evento se contó con la presencia de Yolanda Orozco, directora General de Artes y Humanidades, en representación del Secretario de Cultura, Carlos Ramírez Vuelvas; Edith Villanueva, coordinadora de Cultura Infantil y Juvenil, Claudia Navarro, directora del Preescolar y Primaria para Niños Migrantes de Quesería; Tanya Covarrubias, responsable del proyecto y algunos artistas que se involucraron en esta interesante propuesta.
El proyecto regional del Programa de Desarrollo Cultural Infantil “MoviendoMe Siento Bien” coordinado por Tanya Covarrubias y apoyado por las Secretarías de Cultura Estatal y Federal, se llevó a cabo de diciembre de 2016 a noviembre de 2017 en diferentes escuelas multigrado para niños migrantes y albergues de El Trapiche, Quesería, El Cóbano y Tecomán.
El objetivo era llevar distintos talleres y espectáculos artísticos para el disfrute de estos niños y jóvenes que no tienen acceso a la cultura y que viven en situaciones vulnerables, logrando en ellos una mayor confianza personal, aceptación grupal y de compañerismo, proporcionándoles diferentes formas de expresar sus sentimientos y sueños a través de la música y el canto, los cuentos, las artes plásticas, pero sobre todo la expresión corporal, clave de estas sesiones si se considera que varios no hablan español, sino dialectos indígenas como el náhuatl.
Al respecto Tanya Covarrubias, quien además es Licenciada en Educación y ejecutante de danza, comentó que el enfoque era cómo se trabaja la resiliencia a través del arte: “Abordábamos distintos temas, hacíamos pintura en movimiento, todo el tiempo era jugar y de qué forma los niños lograban canalizar todas estas sensaciones, emociones y demás que vivían a diario”.
Explicó que costó alrededor de 4 meses ganarse la confianza de los niños, pues tenían miedo a expresar sus sentimientos y no están acostumbrados al afecto: “A través del trabajo corporal lograron sorprendentes resultados porque son niños que no se pueden expresar fácilmente con palabras, pero físicamente son realmente hábiles”. Destacó que se logró además romper con estereotipos machistas, lo que ocasionó poco a poco una mayor involucración de las niñas en las actividades.
En este proyecto colaboró Cristóbal Barreto con la música y cuentos motores, en el registro fotográfico Javier Flores y en el video Iván Salcedo, aunque también hubo talleristas invitados como Laura Rodríguez con el taller de manualidades Creando Mundos, así como Germán Romero e Isis que llevaron teatro y títeres.
Los resultados de este intenso año de trabajo se pueden apreciar de forma gratuita en la exposición “Niñas y niños de azúcar”, que estará en la Galería de Zentralia hasta el 12 de diciembre.