Una mujer de 70 años pinta corazones sobre las esvásticas de Berlín

Una señora alemana está combatiendo el odio con acetona, una espátula y pintura en espray.

Irmela Schramm, de 70 años, se dedica a pintar corazones sobre los grafitis racistas y neonazis de Berlín. Schramm, que se describe a sí misma como “polit-putze” o “limpiadora política”, lleva haciendo esto durante los últimos 30 años.

 

“Aprecio mucho la dignidad humana”, contó Schramm a The New York Times. “Cuando veo que se está hiriendo la dignidad de alguien, lo siento yo misma”.

La inspiración le llegó hace varias décadas, cuando vio un folleto de apoyo al criminal de guerra nazi Rudolf Hess en una parada de autobús local. Cuando volvía de trabajar, se dio cuenta de que el papelito seguía ahí, así que lo rayó con sus llaves. Y eso le hizo sentirse mejor.

Desde entonces, Schramm se pasa 17 horas a la semana rastreando estaciones de tren, supermercados, aparcamientos y patios de recreo por toda Alemania y otros seis países en busca de pintadas que inciten al odio. Lleva sus herramientas en una bolsa de tela con el lema: “Contra los nazis”. Así, cuando encuentra algo ofensivo, está lista y armada.

 

Cuando la llaman al orden público, suelen dejarla marchar con una advertencia amable. No obstante, en octubre, la Policía la amenazó con una multa de 1.800 euros por dañar la propiedad privada.

La mujer dice que la han atacado tres o cuatro veces. Pero que también hay veces que los desconocidos la abrazan.

Cree que ha eliminado o repintado más de 130.000 símbolos y pegatinas. De hecho, guarda los recibos para demostrarlo.

Los adhesivos son la mayor forma de expresión para los fanáticos. Schramm explicó a la CNN que esto se debe a que son fáciles de pegar en las calles sin que nadie vea ni sepa quién lo ha puesto ahí.

Cuando Schramm ve una pegatina ofensiva, le hace una foto y la rasga. A veces, marca su descubrimiento en un cuaderno. Con los años ha recopilado una extensa colección de grafitis de la derecha más radical de Alemania. El Museo de Historia Alemana exhibió 80 carpetas de su material recogido.

Este odio va dirigido a grupos muy diferentes, pero Schramm afirma que, desde que Alemania aceptó a más de 890.000 solicitantes de asilo en 2015, la propaganda de odio va enfocada cada vez más a refugiados sirios y migrantes.

 

“El umbral del abuso de la libertad de expresión se ha deteriorado en los últimos años”, cuenta Schramm a la CNN. “Creo que ya ha tocado fondo. La gente dice que soy una intolerante por no respetar la libertad de expresión de la extrema derecha. Pero yo les digo: la libertad de expresión tiene sus límites. Acaba donde empieza el odio y el desprecio por la humanidad”.