El ciudadano polaco encontrado sin vida en la cabina del camión utilizado para el atentado de Berlín era en efecto el conductor del vehículo y luchó antes de ser muerto, aseguró el transportista para el que trabajaba.
Éste tenía 37 años, deja mujer y un hijo de 17, y era un hombre fornido, que pesaba 120 kg y medía 1,83 m de estatura, dijo a los medios de comunicación polacos Ariel Zurawski, patrón de una empresa de transportes instalada cerca de Gryfino, en el noroeste de Polonia. “Una sola persona no hubiera podido con él”, destacó. El muerto era su primo, al que conocía desde la infancia.
Zurawski fue llamado el lunes de noche por la policía polaca para identificar a la víctima en una foto. “Se veían marcas de golpes, era evidente que había luchado. Su rostro estaba ensangrentado, hinchado. Tenía una herida de arma blanca”, señaló, confiando que le hacía mal mirar la imagen. “La policía me dijo que también tenía una herida de bala”, añadió.
La familia del conductor se encuentra en estado de “conmoción”. Su padre fue llevado al hospital en ambulancia, en tanto solo sabía que le había ocurrido algo grave a su hijo.
Su mujer acudió a la policía, pero prefirieron evitar mostrarle la foto. “Era una persona muy fuerte”, dijo Zurawski. “Hoy fue a trabajar a Szczecin, puesto que tenía tratar un importante llamado a ofertas”, añadió.
El transportista insistió en un desgraciado concurso de circunstancias que desembocaron en la muerte de su primo. Éste se encontraba en la carretera desde hacía una semana y media, y había llegado a Berlín desde Italia transportando 24 toneladas de elementos de acero.
Normalmente, tendría que haber descargado el material enseguida, como estaba previsto, pero la empresa receptora pidió hacer esta operación al día siguiente.
“Quería regresar a cualquier precio el jueves como muy tarde, para comprarle un regalo a su mujer”, continuó el empresario.
Entonces estacionó su camión frente al depósito del cliente, “en un barrio extraño en el que los únicos alemanes son los de las oficinas, y todo el resto son musulmanes”, dijo el transportista. Además comió un kebab (sandwich tradicional de los países árabes sobre todo, relleno de diferentes carnes) e incluso se hizo una foto en la que aparecía sonriente.
El conductor mantuvo su último contacto telefónico con su mujer hacia las 15H00 locales (13H00 GMT). Hablaron poco, puesto que ella todavía se encontraba trabajando y quedaron en llamarse una hora más tarde. Pero a las 16H00 ya no respondía el teléfono. A continuación, prosiguió Zurawski, se descubrió gracias a su sistema GPS, que el camión fue puesto en marcha hacia las 15H45, pero sin arrancar del lugar, haciendo pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás, “como si alguien estuviera aprendiendo a conducirlo”, explicó.
Su patrón entonces comprendió que “había pasado algo malo”, puesto que el conductor observaba escrupulosamente siempre la pausa impuesta por la ley. “En la empresa lo llamábamos ‘Inspector’, por ser tan estricto. Era un hombre bueno”, sentenció.
El semirremolque estaba munido de cambios automáticos, era fácil de conducir. Dejó su estacionamiento hacia las 19H40, haciendo un recorrido de unos diez kilómetros hasta el mercadillo de Navidad. “Quizas alguien dirigía al conductor”, según piensa el empresario, puesto “que no es fácil hacer ese recorrido en Berlín” sin perderse.
La noticia del asesinato del conductor conmocionó a los medios de camioneros polacos.
“Todos estamos bajo conmocionados”, declaró a la AFP Anna Wrona, portavoz de su federación (ZMPD), que lanzó una colecta de dinero para la familia de la víctima.
El atentado, embistiendo a la muchedumbre con el camión, provocó 12 muertos y 48 heridos, entre los cuales 18 están graves, según un balance de los servicios de auxilio.