Por: Arnoldo Delgadillo Grajeda
En el corazón de una madre no existe la palabra ‘levantón’. ¿Cómo describir la ausencia lacerante de un hijo?, ¿cómo nombrar el interminable paso de los días sin verlo?, ¿cómo decir, sin el alma desgajada, qué ha desaparecido, sin dejar rastro, sin saber por qué?
Mónica Selenia Hernández Hoyos tiene nueve meses esperando noticias de su hijo, César Enrique García Hernández, quien fue privado de su libertad en un restaurante de sushi, ubicado al Norte de la ciudad, por hombres encapuchados que portaban armas de fuego.
César –estudiante de Gestión Empresarial del Instituto Tecnológico de Colima– tenía apenas unos meses que se había ido a vivir con unos amigos, con la intención de independizarse, trabajar y formar una familia a la cual pudiera brindarle una buena calidad de vida.
De rutina asistía al gimnasio y todos los lunes, por cuestiones la dieta que llevaba para su preparación física, pasaba a comer arroz al restaurante japonés del que fue levantado por un comando armado. Así sucedió el 4 de enero, el último día en que se supo de él.
Mónica Selenia se enteró un día después por la llamada de uno de los amigos de su hijo, que le comentó que había sufrido un levantón, que él había presenciado. Cuando la madre fue al restaurante en busca de respuestas, encontró detalles de lo sucedido.
“Llegaron en dos carros tres personas encapuchadas con armas de fuego largas, empezaron a indagar con las parejas que estaban al entrar, empezaron a hacer ruido las muchachas y César estaba muy quieto, serio, mirando hacia todos lados, como diciendo: qué está ocurriendo.
“Entonces llega otra persona y les dice: ellos no, suéltenlos, el de atrás, el de atrás, y señala a César, entonces se van por él y le dicen: somos agentes federales y nos llevamos al ‘manotas’”, narra con la voz quebrada.
Selenia no sabe quién es el ´manotas´ y uno de sus amigos, con quien trabajaba, parece también haber desaparecido de la faz de la tierra. Las autoridades no han presentado avances de este caso, pero el procurador le prometió que resolvería lo sucedido.
“Estoy esperando con muchas ansias el regreso de mi hijo, porque sé que va a volver”, me dice con toda certeza, y le creo. Para una madre no existe la palabra ‘levantón’. La desaparición forzada no cabe en una definición, no tiene nombre.
De acuerdo a los datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), en Colima existen 194 denuncias de personas que no se conoce su paradero, de las cuales 48 desaparecieron en el primer semestre de 2016.