La antorcha olímpica subió el viernes hasta los pies de la icónica estatua del Cristo Redentor de Río de Janeiro, en la última etapa de un periplo que terminará en la apertura de los Juegos Olímpicos en el estadio Maracaná.
En la ceremonia que se realizará la noche del viernes, Brasil dará por inaugurados los trigésimos primeros Juegos Olímpicos, los primeros que se celebran en Sudamérica. El evento deportivo se extenderá hasta el 21 de agosto.
Los organizadores esperan que el comienzo de los Juegos logre dar vuelta la página tras meses de publicidad negativa en torno a Río, que conllevó denuncias por aguas contaminadas a problemas en la cañerías de la Villa Olímpica y las preocupaciones de los atletas por el virus de Zika.
La ex seleccionada brasileña de voleibol Maria Isabel Barroso Salgado levantó la llama en la base de la gigantesca estatua de Cristo con los brazos extendidos, ubicada en lo alto de la bahía de Guanabara.
“Que este sea el momento para que nosotros superemos tiempos difíciles y trabajemos en equipo, para hacer nuestro país y nuestro mundo más justo y seguro, lleno de esperanza y alegría”, dijo el arzobispo de Río, Orani Joao Tempesta, flanqueado por el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes.
El viaje de la antorcha por Brasil, que se extendió durante 95 días y 20.000 kilómetros, enfrentó dificultades esta semana debido a las protestas que estallaron en ciudades pobres de todo el estado de Río contra los 12.000 millones de dólares que costaron los Juegos.
Las escenas de la policía antidisturbios utilizando granadas de concusión y gases lacrimógenos para dispersar el miércoles a los manifestantes de la ruta de la antorcha alimentaron las quejas de que los Juegos han ignorado a las personas pobres de la ciudad.
Río tratará de dejar atrás esto el viernes, cuando los fuegos artificiales iluminen el cielo nocturno sobre el Maracaná. Se espera que unos 50.000 asistentes al recinto deportivo, y unos 3.000 millones de personas en todo el mundo, vean el momento en que Brasil levanta el telón a su segundo evento deportivo importante en dos años, después del Mundial de fútbol en 2014.
Los desafíos de seguridad en la ciudad costera crecen, no sólo por la reputación de delincuencia callejera que tiene Río de Janeiro, sino también por una serie de ataques terroristas mortales en ciudades de Europa y Estados Unidos en los últimos meses.
Brasil ha desplegado unos 85.000 policías y soldados, aproximadamente el doble que en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, para proteger a los residentes y al medio millón de turistas que visitarían la ciudad.
Se espera que la samba, los carnavales y famoso espíritu festivo brasileño sean protagonistas de la ceremonia de apertura de tres horas, donde también se realizará un llamado para salvar al planeta del cambio climático.