El helio-3 es un gas que, en la Tierra, tiene el potencial de ser utilizado en el futuro como combustible en plantas de energía de fusión nuclear, y es crucial para el uso en técnicas de criogenia y de imagen médica.
El helio-3 es un gas estable, no radioactivo, pero sí muy raro de encontrar en nuestro planeta; su presencia en estado natural es casi nula. Por ello, la mayor parte debe fabricarse en laboratorios a un gran costo, y alcanza un precio de cuatro o cinco mil dólares el litro.
Ahora, un equipo de científicos de Inglaterra, España y México, con la participación de Christophe Morisset, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, detectó y calculó en la nebulosa planetaria IC418, mejor conocida como Espirógrafo (a cuatro mil años luz de distancia), una cantidad inesperadamente alta de ese gas, casi 500 veces superior a su porcentaje relativo en nuestro mundo, y varias veces más alto que cualquiera de los modelos estelares conocidos.
Algunos países ya han mostrado su interés para extraerlo, lo que podría desencadenar una nueva carrera espacial. Hace dos años los rusos anunciaron que enviarían un robot, y que a partir del 2020 o 2022 habría “minas” de helio-3 en nuestro satélite. Hacia allá se encaminan los esfuerzos por producir energía más limpia. Y sería costeable viajar hasta la Luna porque con sólo 200 toneladas se podría producir energía para EU y Europa durante un año.
El descubrimiento, realizado con un gran radiotelescopio de 70 metros, ubicado en Madrid, refiere que el helio-3 (He-3 o 3He) es un isótopo ligero del elemento químico helio. Es decir, el helión, o núcleo de su átomo, está constituido por dos protones y un solo neutrón, en contraste con el helio ordinario (helio-4), que tiene dos neutrones, explicó Morisset.